Saré Sounkarou y los pueblos de los alrededores de la comuna de Saré Bidji están viviendo una revolución silenciosa. Gracias al apoyo de la Asociación Guné Kolda, 70 mujeres de esta localidad han visto transformado su día a día y fortaleciendo su autonomía.
La asociación invirtió cerca de 13 millones de francos CFA para cercar el huerto local, equiparlo con un sistema de riego solar y estanques de retención. Estas modernas infraestructuras, realizadas en el marco del proyecto “Garantizar los derechos socioeconómicos de las poblaciones vulnerables en la región de Kolda”, financiado por la Fundación Caixa, permiten mejorar el rendimiento de los cultivos reduciendo al mismo tiempo las arduas tareas asociadas a la agricultura tradicional. .
Tounkang Diao, portavoz de los beneficiarios, expresa su agradecimiento: “Saludamos esta intervención de Guné que nos ha dignificado. Hoy logramos fortalecer la alimentación familiar gracias a las hortalizas que cultivamos en este huerto, lo que realmente contribuye a la soberanía alimentaria de nuestra localidad. »
Gracias a este proyecto, cada mujer puede ganar actualmente entre 100.000 y 150.000 francos CFA, según la señora Toukang Diao. Este aporte financiero les permite contribuir a los gastos familiares, particularmente en las áreas de educación y salud, junto con sus cónyuges, afirmó.
Además de la infraestructura, los beneficiarios también recibieron capacitación sobre buenas prácticas agroecológicas. Estos cursos de formación fomentan el uso de fertilizantes y pesticidas orgánicos, respetando así el medio ambiente y garantizando productos saludables.
Este proyecto representa un paso significativo hacia la soberanía alimentaria en la región. Al cultivar una variedad de hortalizas de calidad, estas mujeres no sólo contribuyen a alimentar a sus familias, sino también a abastecer los mercados locales, fortaleciendo así la economía local.
La acción de la Asociación Guné Kolda demuestra una vez más que el apoyo específico y sostenible a las poblaciones rurales puede transformar vidas y construir comunidades resilientes. En Saré Sounkarou, la esperanza florece ahora en los surcos de la huerta.
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