“DPV” permaneció al frente del grupo de material eléctrico Schneider durante 18 años, antes de entregar las riendas en 1999, habiendo alcanzado el límite de edad.
Nacido el 21 de marzo de 1931 en una familia de médicos de Vendée, este padre de cuatro hijos, católico practicante, eligió los negocios por su parte.
Su carrera comenzó en Ediciones Gallimard, donde satisfizo su pasión por la poesía y conoció a André Malraux y Albert Camus.
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Pero el mundo editorial resulta demasiado estrecho para Didier Pineau-Valencienne. En 1958 se incorporó al grupo franco-belga Empain-Schneider. Dirigió allí filiales en dificultades, antes de incorporarse a Rhône-Poulenc en 1973, donde perfeccionó su imagen de empresa en recuperación bajo la autoridad de Jean Gandois, futuro jefe de jefes.
En 1981, Didier Pineau-Valencienne volvió a Schneider.
En 18 años, transformó este conglomerado de más de 150 empresas y 132.000 empleados, que reorientó hacia las profesiones eléctricas.
En 1981, Schneider se retiró de la industria siderúrgica y vendió Usinor y Sacilor. Se comercializan astilleros, ferrocarriles, embalajes, máquina-herramienta, actividades deportivas y de ocio, telefonía, inmobiliaria…
“DPV el desguace”, según uno de sus apodos, no pudo evitar la estrepitosa liquidación de Creusot-Loire en 1984, la mayor quiebra de la industria francesa con cerca de 30.000 empleados afectados.
A través de batallas épicas en el mercado de valores, puso a Télémécanique, con sede en Grenoble, y luego al gigante estadounidense Square D, en manos de su grupo.
En 18 años, la facturación se ha multiplicado por 17 y el grupo ha quedado libre de deudas.
Pero en 1994, Didier Pineau-Valencienne fue acusado de falsificación y fraude por supuestas irregularidades en la gestión de dos filiales belgas. Al llegar a Bruselas para ser interrogado, fue encarcelado durante doce días.
Este asunto le obligó a dimitir en 1997 detrás de Ernest-Antoine Seillière cuando sucedió a Jean Gandois como presidente del Consejo Nacional de los Empresarios Franceses (CNPF, ahora Medef).
Finalmente fue declarado culpable en 2006, pero no fue condenado debido, en particular, a la antigüedad de los hechos.
A principios de 2020 pudimos volver a verlo, alerta y sonriente, en los platós de televisión, esta vez para un libro dedicado a su amor por la lectura.