Desde septiembre no hay inquilinos en los 226 apartamentos de las Ader Towers. Los 17 pisos suenan decididamente vacíos, pero no por mucho tiempo, ya que el año que viene ya no existirán. Han pasado cinco años desde que las Résidences Yvelines Essonne (LRYE) planearon su destrucción. En aquel momento, Arnaud Legros, presidente del consejo de administración, declaró que “mantenerlos como están era imposible”. Comentarios confirmados por Pierre Bédier durante una rueda de prensa el 29 de noviembre en los locales del arrendador social. “Había una serie de defectos funcionales”, explica el presidente del departamento. Como falta de ascensores o alojamientos con mala calefacción. » De hecho, las estaciones elevadoras eran de tamaño insuficiente para calentar uniformemente las torres.
Fueron necesarios tres años y medio para realojar a las 170 familias que quedaban en 2019. Un centenar siguen en Mantes-la-Jolie, de las cuales 78 en Val-Fourré. “Durante las reuniones públicas, muchos no querían abandonar el barrio porque representa toda su vida. Y si pudieron ir a la torre vecina, lo hicieron sin dudarlo”, explica Cynthia Laroche-Limery, directora de operaciones de LRYE. Además, 41 hogares abandonaron la ciudad de Mantaise y dos cambiaron de departamento. Para aquellos que permanecían dentro del ámbito de actuación de LRYE, el arrendador social debía respetar la carta de realojamiento, es decir, el mismo precio por m² con financiación para los gastos de mudanza y de instalación.
Es la empresa Melchiorre la que se encargará de la destrucción. Primero, los trabajadores retirarán las alfombras, las ventanas y luego el aislamiento de amianto. Para ello, unos sesenta operadores, parecidos a los cosmonautas, confinan todo el edificio antes de retirar el amianto. Entonces entrará en juego el Liebherr R9150. Se necesitarán nueve camiones en un convoy excepcional y otros tres en un convoy clásico para mover la máquina más grande de Europa, que pesa más de 300 toneladas. Su grúa elevadora puede alcanzar una altura de hasta 70 m (las torres de Ader miden 47) con una cizalla de hormigón en el extremo que ejerce una presión de dos toneladas.
Cada golpe reducirá a polvo varias secciones de la historia personal y sus recuerdos asociados. En cuatro meses, los dos edificios se quedarán “sólo” con 27.000 toneladas de hormigón esparcidas entre los escombros, y Melchiorre SA quiere reciclar el 98% del mismo. “Es un proyecto muy similar al que hicimos en Massy con una torre de trece pisos”, afirma Jean-Nicolas Melchiorre, el director. También teníamos que gestionar la entrada y salida de camiones con un carril de circulación situado cerca. » En cuanto a la seguridad del lugar, ésta pretende ser tranquilizadora: cámara de videovigilancia, puerta de seguridad cerrada con candado para los lugares llamados sensibles (es decir, eliminación de amianto). “A los ladrones les interesan poco los lugares de destrucción”, afirma. En diciembre de 2025, se supone que no quedará nada más que un espacio libre cuyo terreno será transferido a la comunidad urbana Grand Paris Seine et Oise.
Esta demolición de las torres de Ader marca la reanudación de un primer ciclo iniciado en 1992 y que ya ha visto demolidas 13 torres en todo Val-Fourré. “Cuando comenzó el programa, la población de Val-Fourré representaba dos tercios de la ciudad”, recuerda Pierre Bédier. Por tanto, sus demoliciones permitieron un reequilibrio general en los barrios de la ciudad. » El presidente del Departamento recuerda también que muchos eran símbolo del “mal vivir”. Porque a los problemas mencionados en las torres de Ader –problema de calefacción, problema de ascensores, etc.– se sumaron otros como la morosidad. “Cuando trasladamos el hospital, a las enfermeras les quitaron el bolso en los semáforos en rojo, por lo que ya no se detuvieron allí”, añade el ex alcalde de Mantes-la-Jolie. Incluso la policía y los bomberos fueron apedreados cuando intervinieron. »
Estas destrucciones permitieron traer diversidad social. Por ejemplo, las torres Broca y Ramon se han convertido en lugares de copropiedad, reduciendo así la proporción de viviendas sociales en Val-Fourré. El hombre fuerte de Yvelines señala que las demoliciones deben ir acompañadas de una visión estratégica global, que a veces va más allá del marco de la conurbación de Mantaise: “No podemos resolver los problemas de Val-Fourré sólo mirando a Val-Fourré”, insiste. Como ejemplo, Pierre Bédier menciona las diversas construcciones realizadas en otros lugares, como la ZAC des Bords de Seine o la plaza Henri Dunand. Y sobre todo para traer atractivo: “Por eso luché vigorosamente para que la CAF y el Seguro de Salud no abandonaran este distrito y construimos algunas zonas de actividad. »
Sobre todo, la paulatina reorganización de la “VF” permitió establecer un vínculo de confianza entre la población y los responsables de la obra. El presidente del Departamento recuerda luego las primeras reuniones vecinales en las que los vecinos le decían a quemarropa “no te creemos”. “Hemos ganado credibilidad porque sabemos seguir una estrategia. Los estudios están bien, pero luego hay que ponerse manos a la obra”, advierte.
Al mismo tiempo, LRYE también planificó la renovación del barrio de físicos y aviadores. La primera, que afecta a seis edificios, ya comenzó en el verano de 2023 y debería finalizar en el verano de 2025, mientras que la segunda comenzará en el tercer trimestre de 2025 con un plazo límite para el tercer trimestre de 2027. Estas dos renovaciones permitirán varias ganancias energéticas gracias al aislamiento térmico de edificios (fachada, tejado, contraventana). Pasarán de la etiqueta D a la etiqueta B, lo que contribuirá a reducir los gastos de los inquilinos en unos cien euros al año. Para conseguirlo fueron necesarios 53.000 euros de trabajo por alojamiento para los físicos y 34.100 euros para los aviadores. Poco a poco, Val-Fourré se está transformando para un futuro mejor.