“Hago responsable al gobierno, a mi gobierno. Cada uno debe asumir sus responsabilidades y yo asumo las mías. » Con el puño cerrado golpeando ligeramente su escritorio, debajo de la posición desde la que Yaël Braun-Pivet preside la Asamblea, Michel Barnier se enfrenta a los diputados. A su izquierda, los rebeldes ya han comenzado a abandonar el hemiciclo incluso antes de que el Primer Ministro tenga tiempo de terminar su discurso promulgando el uso del artículo 49.3, previsto en la Constitución. Un dispositivo que su Gobierno aprovecha por primera vez -y sin duda la última- y que permite aprobar sin debate ni votación el proyecto de ley de financiación de la Seguridad Social (PLFSS). El final de una jornada en la que todos los rumores circularon y señalaron, salvo giro improbable de los acontecimientos, la muerte del gobierno Barnier. Porque, tras el 49.3, el Nuevo Frente Popular (NFP) y la Agrupación Nacional anunciaron que presentarían cada uno una moción de censura, con un RN decidido, esta vez, a unir sus votos al bloque de izquierda. El acto definitivo y, muchas veces, blandido desde hace dos meses que derribará al Saboya, sin duda este miércoles.
Intenta hasta el último minuto
Hasta el último minuto, parecía posible un acuerdo entre Michel Barnier y Marine Le Pen, que llevan varias semanas en un punto muerto por el presupuesto. Tras el ultimátum lanzado este fin de semana por el jefe de los diputados nacionalistas, ambos volvieron a hablar este lunes por la mañana durante una llamada telefónica. Con concesión adicional obtenida por parte de RN. Después de haber renunciado, a finales de la semana pasada, a aumentar el impuesto sobre la electricidad, así como a reducir la asistencia cubierta por la ayuda médica estatal (AME), dos peticiones de la Agrupación Nacional, el Primer Ministro anunció, en un comunicado de prensa publicado poco después de las 13:00 horas, que ya no se le reembolsarían los medicamentos. Una vez más, una petición del partido presidido por Jordan Bardella. El inquilino de Matignon incluso puso cierta formalidad al mencionar a Marine Le Pen por su nombre en su comunicación. Una flor -y un regalo económico- que habrá sido en vano.
Porque, después del disparo del 49.3, hacia las 15.30 horas, Marine Le Pen, en una sala abarrotada de 4 columnas, explicó a los numerosos periodistas presentes por qué pretendía censurar a Michel Barnier. Después de la electricidad, después de la AME, después de los medicamentos, el presidente del grupo RN también esperaba un esfuerzo por el lado de las pensiones. “Le hicimos propuestas al gobierno de manera justa, con lealtad. (Él) no quiso ir más allá del reembolso de medicamentos por valor de 600 millones de euros. Les recuerdo que la desindexación de las pensiones, que aporta al gobierno 3.200 millones, representa el 0,5% de todo el presupuesto del PLFSS. No me pareció que esta petición fuera insoportable. »
“Deshonra y censura”
Justo antes que ella, fueron los representantes del Nuevo Frente Popular quienes, ante las cámaras y los bolígrafos, subrayaron las razones por las que el gobierno de Barnier debe caer. “El Primer Ministro se regodeó en el deshonor con la RN. Este miércoles tendrá deshonra y censura”, advierte la presidenta del grupo Insoumis, Mathilde Panot, sin ocultar el principal objetivo de LFI: arrastrar a Emmanuel Macron a la caída del Primer Ministro. “Lo único que queda es que el Presidente de la República se vaya y que el pueblo francés pueda decidir con su voto las nuevas direcciones que quiere para este país. »
Del lado socialista, de nuevo, no hay escrúpulos. Como se anunció hace unos días, el Partido de la Rosa también votará a favor de la censura. “Propusimos en la Cámara ocho mil millones de gastos adicionales y 17 mil millones de ingresos. Es decir que hemos movido apenas más del 2% del volumen global del presupuesto de la Seguridad Social. Nos opusimos a un frente de rechazo”, explica el presidente del grupo, Boris Vallaud. El diputado de las Landas lamenta también que Michel Barnier haya favorecido un diálogo con Marine Le Pen en lugar de con la izquierda.
Hace casi exactamente dos meses, Michel Barnier propuso un método en su declaración de política general. Hecho de respeto y escucha, debería permitir al gobierno navegar por el agujero del ratón presupuestario que se le presentó. Sesenta días después, está claro que el método se hizo añicos en un hemiciclo destrozado. Queda ahora una pregunta: ¿quién podrá sacar al país de un estancamiento con consecuencias financieras y económicas más inciertas que nunca?
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