De hecho, es difícil creer y comprender por qué un coche que circulaba en dirección a Soumoulou-Pau chocó de frente contra el muro de un granero, en Lée, en el cruce de la carretera que va a Tarbes (RD 817) y de Avenue d’Ossau (RD 613), acabando incendiándose y prendiendo fuego al edificio.
El conductor, que aún no ha sido identificado, falleció.
Desperté por el olor a fuego
En un alojamiento contiguo al granero, donde estaban estacionados otros tres vehículos, “a veinte metros de distancia”, dormían tranquilamente una familia de inquilinos, una madre y sus tres hijos. Fue el mayor quien, despertado por el olor a humo, dio la voz de alarma. Afortunadamente, a tiempo.
“Aparentemente no escucharon el estruendo, el choque del auto. Pudieron salir ilesos, aunque estaban muy conmocionados”, nos dijo esa mañana el primer ayudante de Lée, Laurent Bergerou. “En esta tragedia hubo un elemento de suerte”.
El número de víctimas podría haber sido mayor. “El edificio se incendió muy rápidamente. En 45 minutos ya no quedaba nada. Al parecer, los bomberos vieron las llamas desde muy lejos”, añade el funcionario electo.
Tras controlar el incendio, los bomberos seguían en el lugar a media mañana, al igual que los gendarmes de la compañía Pau, investigando ya las circunstancias de este accidente. “Se trata sólo de un vehículo y su ocupante, que estaba solo, murió”, confirmó el capitán Arnaud Philippe, comandante adjunto de la compañía Pau.
Hasta el momento no está claro si el conductor era un hombre o una mujer. Los militares reunieron elementos “para consolidar una hipótesis y no otra”.
Durante la intervención, para asegurar el cruce, la carretera de Tarbes estuvo cerrada al tráfico hasta primeras horas de la tarde. Agentes de Enedis también habían cortado el suministro eléctrico en la zona.
Varios accidentes ya
Aún quedan muchas preguntas que surgen. “¿Qué pasó?” No había señales de frenada”, señala el primer teniente de alcalde.
No es la primera vez que en plena recta que es la carretera de Tarbes se produce un accidente en este cruce por el que pasan 25.000 vehículos al día. “Vine para otro drama, al otro lado, a este puesto, hace un año y medio”, respira Laurent Bergerou.
“¿Accidentes?” Sí, ya unas cuantas”, confirma el padre del dueño del lugar, “una vez, un coche entró por la puerta de la casa familiar a medianoche y acabó en el patio. Por no hablar de las veces que los coches acababan en la esquina del edificio. Pero algo así, no, nunca”.