En el bosque de Chaux, la restauración de los cursos de agua está dando sus frutos.

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La magnitud de la operación llevada a cabo en el bosque de Chaux (que permitió restaurar más de 50 kilómetros de arroyos) y el seguimiento científico realizado durante varios años lo convierten en un pequeño laboratorio al aire libre. Un ejemplo de restauración de humedales en bosques que podría duplicarse en otros lugares en el futuro.

En este macizo de 22.000 hectáreas situado al este del Franco Condado de Borgoña –el segundo bosque caducifolio más grande de Francia– era preocupante el estado degradado de algunos cursos de agua. “Las obras de drenaje realizadas desde principios del siglo XX, e intensificadas entre 1950 y 1970 para facilitar la reforestación de las parcelas, provocaron un deterioro progresivo con un secado y un hundimiento de los arroyos en su cauce”, explica Éric Lucot y François Degiorgi, profesores-investigadores del laboratorio Cronoambiente de la Universidad del Franco Condado. “Resultado: el escaso caudal del Clauge, que atraviesa el bosque, era muy reducido. Tuvimos hasta siete kilómetros secos durante cinco o seis meses al año. »

Una falta de agua que evidentemente no ha dejado de tener consecuencias para las especies (anfibios, insectos, peces) presentes en esta zona Natura 2000, así como para determinadas masas de robles moribundos.

Agencia del agua, ONF e investigadores implicados

Para contribuir a frenar el flujo de agua, entre 2005 y 2008 se llevaron a cabo las primeras obras de restauración en el marco del programa europeo Life, en colaboración con la Oficina Nacional Forestal (ONF). “El objetivo era favorecer que los arroyos volvieran a sus antiguos cauces serpenteantes, mediante la instalación de bancas con vegetación, la colocación de tapones y troncos semienterrados. Esto ayuda a frenar el flujo sin bloquearlo y mejora la recarga del nivel freático en el suelo”, indica Michel Romanski, jefe de la unidad territorial de Chaux en la ONF.

Muy rápidamente, los resultados estuvieron ahí. “Hemos asistido al regreso de algunas especies muy ocasionales o casi extintas (caddis, efímeras, etc.) con el alargamiento del hidroperíodo y la reactivación de las zonas húmedas”, explica Éric Lucot.

Después de esta experiencia concluyente, se lanzó un programa de trabajo más ambicioso de 2015 a 2018, con el apoyo financiero de la Agencia del Agua Rhône Méditerranée Córcega, que continuó entre 2021 y 2023, con un seguimiento científico paralelo garantizado mediante sondas y lecturas.

“Menos sensibilidad a la sequía”

Hoy en día, todo un grupo de académicos, instituciones públicas y oficinas de diseño colaboran en este enfoque para documentar los efectos a largo plazo en los cursos de agua, los suelos y el ecosistema forestal.

Las corrientes testigo –rectificadas en el pasado y no restauradas– proporcionan información, al mismo tiempo, sobre el impacto de la restauración y las variaciones climáticas. “Pensamos que habrá menos sensibilidad a las sequías, además de la humedad ganada en los valles y los efectos indirectos inducidos (sobre la reducción de las inundaciones aguas abajo, el suministro de agua potable o la menor liberación de carbono)”, concluye Franche. -Investigador del Condado. Se llevarán a cabo trabajos similares en el arroyo vecino Tanche entre 2026 y 2027.

sara george

el bien publico

  • Ha mejorado el estado ecológico de los cursos de agua, que han vuelto a ser heterogéneos. (foto SG)

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