Las Antillas francesas viven una nueva crisis de coste de vida. ¿Qué respuestas estructurales deberíamos dar? Para los territorios que dependen enormemente de las importaciones de Francia continental, optimizar la cadena de suministro, particularmente a través de herramientas tecnológicas, puede ayudar a contener los precios.
Las zonas de ultramar constituyen una especificidad estratégica de Francia y las dificultades que encuentran son un gran desafío para el país. Una de estas cuestiones, particularmente apremiante en las Antillas, es el costo de la vida. Los elevados costes de los bienes de consumo se deben, en particular, a los costes logísticos que se repercuten en el precio final.
El Instituto de Investigación sobre Economías Insulares demuestra, de hecho, que mejorar la cadena logística es una cuestión importante para territorios remotos o insulares como las Antillas francesas (Guadalupe y Martinica).
Este verano, con Lou Malidor, estudiante de Kedge Business School, realizamos un estudio sobre logística en las Antillas francesas. Sin embargo, para las empresas locales, la disponibilidad de productos y la posibilidad de ofrecer precios asequibles fueron los dos criterios más importantes que surgieron del estudio. Desde entonces, estos criterios se han convertido en temas de actualidad.
El impacto de la insularidad en el suministro
La cadena de suministro empresarial en Guadalupe y Martinica es intrínsecamente compleja. Para comprender plenamente esta complejidad, es fundamental revisar las principales dificultades, en primer lugar de carácter geográfico, a las que se enfrentan estas empresas. Según el INSEE, Guadalupe y Martinica importan el 62 y el 65% de sus bienes de consumo respectivamente, a menudo desde Francia continental. Por lo tanto, es crucial que la oferta de bienes se anticipe lo suficiente para garantizar el equilibrio entre la oferta y la demanda. La lejanía se considera una fuente de vulnerabilidad para las empresas locales.
Además, la infraestructura local afecta el desempeño empresarial. Para optimizar los suministros y reducir los costos de transporte, las empresas suelen esperar hasta que los contenedores estén llenos antes de enviar mercancías a través del Atlántico.
De hecho, el importador paga por contenedor transportado. Por lo tanto, llenarlo permite economías de escala. Por otro lado, esto obliga a pedir grandes volúmenes, lo que resulta paradójico en territorios “pequeños” y a menudo satura los espacios de almacenamiento cuando llega el contenedor y, por el contrario, amenaza en ocasiones con provocar una escasez de stock a la espera del siguiente contenedor lleno. . Por lo tanto, la gestión de inventarios es un acto de equilibrio.
Durante entrevistas con expertos y empresas establecidas en estos territorios, se enfatizó que la gestión de inventarios es un pilar fundamental para una cadena de suministro eficiente. La importancia otorgada a la disponibilidad y asequibilidad de los productos confirma que la satisfacción del cliente sigue siendo el centro de las preocupaciones estratégicas de las empresas, pero son muy difíciles de mantener.
Por lo tanto, para maximizar el rendimiento, las empresas deben invertir en tecnologías de gestión de flujos (trazabilidad, Internet de las cosas, gestión de almacenes, software de previsión, etc.) y desarrollar buenas prácticas de gestión de inventarios (puntos de pedido, seguridad de inventario, previsiones, etc.) equilibrando al mismo tiempo sus finanzas. . Aprovechar estas oportunidades y abordar los desafíos asociados creará cadenas de suministro más eficientes, resilientes y competitivas.
Una cadena de suministro más riesgosa
La gestión de riesgos es otra dificultad importante que explica la complejidad de la cadena de suministro en Guadalupe y Martinica. Este problema queda particularmente bien ilustrado por el caso del Centro Hospitalario Universitario de Guadalupe (CHUG). Los desafíos que enfrenta son específicos del territorio guadalupeño y diferentes de los que enfrenta la Francia continental, particularmente en términos de suministro de medicamentos. Cuando un hospital metropolitano solicita medicamentos, el plazo y el método de entrega son diferentes a los de los Territorios Franceses de Ultramar. Estas especificidades han llevado, por ejemplo, a la creación de una comunidad de farmacéuticos proveedores en el extranjero que ha permitido desarrollar un mapeo de riesgos (escasez de existencias, largos tiempos de suministro, escaso número de proveedores, peligros climáticos, etc.).
Además, un eslabón crucial en el proceso de suministro ha demostrado ser el transitario, es decir, el operador que gestiona el transporte puerta a puerta de los productos, es decir, el transporte marítimo o incluso aéreo, los trámites aduaneros, etc. Sin embargo, en el software utilizado por el CHUG, procedente del continente, este actor no se tiene en cuenta, porque no es necesario entre dos sitios franceses. De este modo se distorsionan las órdenes. El proveedor deberá revisar sistemáticamente cada pedido para modificar y ajustar las cantidades teniendo en cuenta este paso específico. La necesidad de pasar por un transitario, que gestione los flujos entre el continente y las Antillas, añade un eslabón y complica la cadena.
Por último, los peligros climáticos agravan aún más la exposición a los riesgos. Un barco retrasado debido al mal tiempo puede sobrecargar la cadena de suministro de medicamentos hasta el punto de producir escasez.
Digitalizar para mejorar la eficiencia de la cadena de suministro
También se desprende de los análisis de campo que para mejorar la cadena de suministro en Guadalupe y Martinica, la digitalización juega un papel clave. Las tecnologías avanzadas, como el software de gestión de la cadena de suministro que incorpora las características específicas de los transportistas y las condiciones locales, pueden ayudar a automatizar los ajustes necesarios y predecir las perturbaciones climáticas. Además, el uso de inteligencia artificial y algoritmos predictivos puede optimizar los tiempos de entrega anticipando retrasos y ajustando los planes de inventario en consecuencia. Sin embargo, con demasiada frecuencia las empresas antillanas no cuentan con el mismo nivel de digitalización que en Francia continental, aunque la distancia se prestaría a esta digitalización de la gestión de flujos.
Numerosos estudios, confirmados por nuestras entrevistas, muestran que la digitalización de las cadenas de suministro facilita la creación de valor y al mismo tiempo hace que las cadenas sean más confiables, resilientes y sostenibles. Pero el proceso de digitalización de estos canales implica muchos desafíos. Se trata tanto de desafíos técnicos vinculados a la infraestructura de la red y su compatibilidad, como de desafíos financieros vinculados a inversiones a veces importantes, o incluso desafíos de gestión vinculados a la adopción y difusión de la innovación dentro de la empresa y con los socios comerciales.
Las empresas locales son conscientes de estas dificultades y de la falta de tiempo para gestionar estas cuestiones. También se dan cuenta de cómo la automatización podría beneficiarles. El tiempo así liberado podría utilizarse para desarrollar la colaboración con proveedores, gestionar otros problemas o incluso mejorar los hábitos de trabajo. El papel de la digitalización dentro de la cadena de suministro es sin duda estratégico para las empresas de estos territorios.
En definitiva, la digitalización de las cadenas de suministro supone un importante desafío para las empresas, pero también ofrece numerosas oportunidades de desarrollo y permite reducir costes. Además, ofrece la perspectiva de que las empresas locales sean reactivas en el corto plazo y proactivas en el largo plazo.
Por lo tanto, es necesario invertir y, ciertamente, apoyar la inversión en formación e infraestructura. Estas inversiones conducirían al desarrollo de estrategias efectivas y ayudarían a determinar una visión a largo plazo para el desarrollo de una cadena de suministro digitalizada. Esto contribuiría positivamente al desempeño de las empresas ubicadas en Guadalupe y Martinica y, en consecuencia, a la reducción de costos, lo que vemos que tiene un fuerte impacto en la vida cotidiana de los compatriotas antillanos.
Este artículo fue escrito en colaboración con Lou Malidor, estudiante de Kedge Business School.