Nabucco en la Ópera de Viena

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La Ópera de Viena se presenta del 8 al 18 de junio Nabuco de Verdi. Tanto ópera como oratorio, este drama lírico anuncia en sus relaciones humanas shakespearianas y en sus colores brillantes los grandes dramas verdianos que vendrán como don carlo, macbethO Otelo.

El director austriaco Gunter Kramer elige la sobriedad para ilustrar este drama con un escenario amueblado únicamente con un cubo de cristal que contiene una corona y un cetro, una silla y un pequeño teatro infantil, además de representar en blanco y negro la oposición entre los hebreos y los babilonios en azul real y rojo sangre gracias a sus colores asociados. La ropa del diseñador de vestuario alemán Falk Bauer y el coro que sostiene los retratos de las personas secuestradas por Hamás durante el voy a pensar añadir contemporaneidad a la acción. Ciertos elementos, como un largo texto en hebreo que cubre la visión de los hebreos o danzas populares judías, estropean ligeramente la impresión general de la producción.

Musicalmente, la obra se divide en una primera parte durante la cual la orquesta dirigida por el director italiano Giampaolo Bisanti toca tan fuerte que los coros luchan por ser escuchados, los intérpretes empujan sus voces y borran los matices de la partitura y una segunda después de la pausa. durante el cual les deja respirar lo suficiente.

Lo cual es una pena dada la calidad de los intérpretes.

Empezando por la soprano italiana Anna Pirozzi como Abigaille, que pone su fuerza vocal al servicio de la emoción, aunque en ocasiones planta cara a las fortsisimo de la orquesta. Se atreve a arriesgarse a quedar cubierta por las cuerdas y los metales para permanecer en la emoción que le da su papel. Mujer enamorada, herida, pero fuerte y orgullosa, con un carácter de Lady Macbeth, deja una impresión de poder y fuego.

Luego, el barítono mongol Enkhbatyn Amartüvshin, quien, una vez aliviado del aplastamiento de la orquesta, deja que su voz viril, aterciopelada y seria dé vida al rey en señal de redención. Si el estancamiento domina su juego en la primera parte, su economía de gestos, dando todos sus valores a su postura inclinada, su corbata desatada y sus movimientos simples, avanza hacia un juego natural, sin arrogancia y delicadeza en la segunda parte.

La mezzo húngara Szilvia Vörös, como Fenena, quien, con un canto suave, matizado y suave, al contrario de Anna Pirozzi, crea una tensión entre los personajes femeninos que resulta bastante cautivadora. Y el tenor italiano Ivan Magri como Ismael y el tenor argentino Agustín Gómez como Abdallo, con una articulación y un fraseo tan claros como frescos, son particularmente apreciables en sus papeles de jóvenes.

Lamentablemente el barítono croata Marko Mimica como Zaccaria no convence tanto, no controla bien su vibrato y canta a veces sin emoción.

Como suele ocurrir en la Ópera de Viena, la velada merece la pena.

Viena, Wiener Staatsoper, 16 de junio de 2024

andres rey

Créditos de las fotografías: Wiener Staatsoper Michael Poehn.

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