Más allá de las victorias, el XV de Francia está cambiando actualmente su proyecto global. No más contratos de confianza, bienvenida la emulación. ¿Para bien o para mal? El futuro lo dirá, pero las lógicas que rigen estos acontecimientos parecen relevantes. Es el principio de la realidad que llama a la puerta del “soñador” Fabien Galthié…
Pensamos en esta gira de noviembre como una deliciosa oportunidad para reiniciar la máquina, después de un Torneo muy reñido y un verano de pesadilla. El regreso de los ejecutivos, por fin, y el comienzo de una nueva historia que nos liberaría de nuestras cadenas del pasado, para finalmente dirigir nuestra mirada hacia adelante. Todo esto lo conseguimos en aquella noche mágica del 16 de noviembre cuando los clamores azules atravesaron el gris de Saint-Denis: los All Blacks cayeron, una vez más. Incluso cayeron por tercera vez consecutiva contra el XV de Francia y, en esta ocasión, pesó aún más la forma que el resultado, por lo que significó rebelión en las filas francesas.
Más lejos, más tranquilos, hay que ver y comprender lo que ocurre actualmente en la selección francesa. Sin decirlo, quizá no sea una revolución lo que se está produciendo este otoño, pero sí al menos una evolución fundamental: los hombres, el proyecto de juego e incluso el “proyecto Francia” en su globalidad.
Casi no quedan jugadores directivos. En cualquier caso, nada que certifique la presencia. Ollivon experimentó la suerte del “grupo exterior”, Fickou la del banquillo ante Japón. Esta vez, contra Argentina, será Grégory Alldritt el que estará ausente. Sólo eso. Alldritt es el vicecapitán del XV de Francia. Un “primer círculo de Dupont” y número 8 de los Bleus durante seis años, sin que nadie le haya criticado nunca. Sus actuaciones deportivas, que van desde “muy buenas” hasta “sorprendentes”, nunca habían despertado miedo. Esto ahora es menos cierto.
Cambio de códigos, principios.
En otros tiempos, el titubeante inicio de temporada que está atravesando se habría visto compensado por su estatus, y esas ganas de Galthié&co establecer un clima de confianza y continuidad en las filas francesas. Intocable. Era necesario que un jugador, cuando entra al campo vistiendo la camiseta azul, no tuviera la sensación de “jugarse la cabeza” en cada minuto, en cada acción. Así daría lo mejor de sí mismo. Pero eso fue antes. Antes, la palabra usada en exceso era “confianza”; hoy escuchamos el término “emulación” una y otra vez. Con el tiempo, las promesas a veces envejecen mal.
Preguntado este miércoles sobre su inicialmente proclamado deseo de tomar “80% o 90% de la fuerza laboral” (el del Torneo 2024) en el Mundial de Australia, Galthié asumió por tanto un cambio de proyecto. Al menos estrategia. “Los equipos campeones del mundo tienen una sólida experiencia colectiva. Este es un camino que hemos emprendido pero en nuestro ecosistema puede que no sea posible. Quizás esta ambición que teníamos no sea realizable. Haremos diferente, nos adaptaremos a nuestro ecosistema.”
Esta vez lo dice claramente. Agradecemos al entrenador aquí por evitar enfatizar los detalles en sus comentarios. El ecosistema francés, el des temporadas con 40 partidos y 10 meses de esfuerzo, no nos permite proyectarnos a cuatro años, ni de Planifica un equipo de 28 años y 40 selecciones de media. El contexto francés también es de desgaste e incertidumbre. Este principio de realidad ha llamado a la puerta y Galthié reacciona en consecuencia. ENTONCESsi la promesa inicial nos pareció un poco bravuconada, e incluso francamente desconectada de las realidades de nuestro equipo, aceptamos el cambio que se está produciendo con cierta comprensión.
France