Hermano y hermana: ámense, odiense…

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Dejar de sonreír. Los buenos son tibios.

De Arnaud Desplechin, probablemente nunca nos cansaremos de su mirada empática e intransigente sobre las relaciones familiares. Ni el bisturí con el que parece escribir sus agudos diálogos al grano, sin dudarlo. Ni, por supuesto, la dirección de actores y actrices, a quienes sabe cómo empujar hacia rincones emocionales poderosos y a menudo conmovedores.

Dentro Hermanos, por supuesto encontramos todo esto. Sí, habrá un hermano, un ex profesor y poeta que vive, aislado, en una magnífica casa de piedra perdida en lo más profundo del campo. Y una hermana, una actriz susurrante y deprimida. Y sí, el odio que ambos se tienen desde hace más de 20 años es más atronador que cualquier grito. Sin embargo, el día que sus padres mueran, los hermanos no tendrán más remedio que cruzarse.

¿Puede la muerte unir a los que sobreviven?

Hermano y hermana, de Arnaud Desplechin Foto: Axia Films

La emotividad de un François Truffaut, la crueldad de un Ingmar Bergman… Arnaud Desplechin sin duda forma parte de estas impresionantes líneas. Sin embargo, es a través de su puesta en escena clara, fluida y rara elegancia que acompaña y detalla con singularidad este derroche de odio extravagante y fundamentalmente humano.

Porque detrás de estas zarzas y espinas, se encuentran efectivamente corazones magullados, sufrientes, vulnerables, corazones cuyas sacudidas podemos comprender íntimamente, corazones que esta película paradójicamente luminosa revela en toda su oscuridad y sus esperanzas decepcionadas.

Por supuesto, si Desplechin ya ha recorrido estos caminos donde el odio parece mantener vivos a los personajes dañados (en el inolvidable Reyes y reinas Y una historia de navidad), esta vez el duelo es aún más franco; gracias a Melvil Poupaud, en primer lugar, por haber heredado este papel de hermano odioso y agresivo, un auténtico bloque de ira y de rabia, y, por supuesto, gracias a Marion Cotillard, magnífica en este papel de hermana atrapada en medio de una tormenta de sentimientos. que poco a poco la destruyen. Lo explosivo y lo frágil. Y el odio como único canal de comunicación entre él y ella.

Sí, se necesitaron grandes artistas para que este cara a cara molestara al público. Y sí, hizo falta un cineasta inmenso para orquestarlo todo y encontrar el tono, entre el cine negro y el melodrama, entre la gravedad y la ligereza, entre la intensidad y la luz.

El tráiler (fuente: YouTube)


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