Con su esposa Lauriane, Arnaud Lépicier se hizo cargo de la panadería familiar, abierta por su abuelo poco después de la guerra. Luego sus padres se hicieron cargo.
Un poco de sangre nueva en una historia familiar que dura desde 1947 y que no está lista para terminar. Arnaud Lépicier lo dice sin rodeos: no está en la poción mágica en la que cayó de niño, sino en el desorden.
Hijo y nieto de un panadero de Picardía, acaba de asumir la dirección, junto con su socia Lauriane, de la histórica panadería de Lieuvillers. “Y la cuarta generación ya está detrás de los fogones porque mi hijo Hugo también trabaja aquí como aprendiz”sonríe Arnaud Lépicier. Aunque este último tardó casi un cuarto de siglo en tomar el relevo de sus padres, que de 2001 a 2018 lo habían entregado a otro profesional, ahora son Arnaud y Lauriane quienes están al frente de L&A Boulange. Es panadero y pastelero de profesión y se ha diversificado hacia el sector industrial trabajando en grandes grupos. Trabajó mucho tiempo en supermercados y lleva el buen comer en la sangre.
En la panadería reformada, zona de snacks y salón de té.
Una panadería que también ha cambiado de imagen. Fueron necesarios más de dos años de trabajo para hacer realidad lo que Arnaud Lépicier tenía en mente. Además del alojamiento de arriba y el laboratorio, la zona de recepción de clientes se ha rediseñado para crear una zona de estar. En verano se abrirá una terraza frente al establecimiento. “Rehicimos todo de la A a la Z”subraya Arnaud Lépicier, que no oculta haber tenido pequeños problemas con las conexiones eléctricas. Pero ahora todo está en orden y la panadería funciona a pleno rendimiento. “Abastecemos el comedor del grupo escolar de 6 pueblos y esperamos poder vender nuestro pan a la residencia de ancianos que tiene 60 residentes.“, subraya Arnaud Lépicier.
Un equipo de crack detrás de los fogones
Sin embargo, para el nuevo propietario del local hacerse cargo de la panadería Lieuvillers supone todo un reto. Aunque recibió 8.000 euros de ayuda de la Communauté de communes du Plateau Picard, anunció que ningún banco apoyó su proyecto. “Por aquí es más probable que las panaderías cierren, así que es un desafío…”.
Pero el panadero está convencido de haber tomado la decisión correcta y puede presumir de tener en su equipo sólo semillas de campeones. Su hijo Hugo y Anthony Orget, uno de sus dos trabajadores, se coronaron en concursos dedicados a la crepe y al croissant. Sin olvidar a Fanck Vayron, el pastelero cincuentón al que Arnaud Lépicier le dio una oportunidad. Finalmente, Nolan Fromentin, también aprendiz, completa este equipo de choque.
Pero una brigada, por muy excelente que sea, no es suficiente para que un establecimiento de comida como este tenga éxito. «Trabajamos con el supermercado Lieuvillers para ensaladas y jamón. Para el flan, tenemos leche recién ordeñada de la granja Rémécourt, nuestras carnes, para las hamburguesas, proceden de la carnicería de La Neuville-Roy y nuestros huevos de Angivillers”.concluye Arnaud Lépicier, que tiene un proyecto que añade atractivo a este pueblo que ya es muy acogedor.
Emeline Bertel