Justicia en Mosela. Hagamos borrón y cuenta nueva del pasado

Justicia en Mosela. Hagamos borrón y cuenta nueva del pasado
Justicia en Mosela. Hagamos borrón y cuenta nueva del pasado
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Frédéric no es el Ravi de la guardería. Todavía no. Pero es un niño feliz. Este joven alto, todo calibrado con una catapulta, acaba de recibir una dura pena de prisión. Y por un momento aplaudía a sus jueces. Les agradece calurosamente. Frédéric lo repite en todos los tonos, tiene una necesidad vital de este ostracismo de la sociedad. “Porque tengo muchos problemas que resolver. Pero me siento aliviado de estar frente a ustedes”, insiste. Quiere pensar, reconstruirse y salir de este callejón sin salida como un hombre nuevo, libre de sus demonios. Su redención, piensa, es a este precio. Un paréntesis necesario para digerir sin rabo ni cabeza su última década. Después, lo juro, no lo volveremos a ver en los tribunales.

Con sólo 26 años, Frédéric, fogoso como el agua corriente, es ya un viejo veterano del sistema penitenciario. Pero esta vez cruzó la línea. Nueve infracciones cometidas en poco tiempo, el mismo día entre Talange y Metz. Comienza con una negativa a cumplir, luego, como una maldición, todo se junta. Huye de la policía con la energía de la desesperación que lleva esa loca idea de que podría escapar de ellos con un golpe de suerte. “De hecho, tomé la decisión de huir porque tengo muchos problemas con la ley. Mis antecedentes penales son bastante extensos”, admite. Mal movimiento, está verdaderamente arrestado. Y tiene muchas preocupaciones.

“Soy un pequeño idiota al que le gusta lucirse con una pistola”

“¿Tienes tiempo para escucharme un poco? », pregunta Frédéric al presidente del tribunal, Sr. Céribac. Esto da una tímida luz verde. Luego, con la calma de un apóstol, el acusado vuelve sobre sus interminables problemas. Para resumir, desde los 18 años, el adulto de cara agradable bajo su barba Gainsbarre ha estado alineando estupideces como ensartar perlas. Uno de ellos realmente le molesta. En tono alegre, sin lloriqueos, cuenta cómo se encontró en medio de una pelea que dejó a alguien muerto. Por lo tanto, se encuentra bajo supervisión judicial y pronto deberá comparecer ante el tribunal, pero sostiene que no tiene nada que ver con este drama. Fatalidad… “Con esta historia perdí 15 kilos”, confiesa.

Qué relación con los hechos, se pregunta el tribunal que intuye las inevitables digresiones que se avecinan. “Aún tengo que explicártelo, porque hay pros y contras”, intenta Frédéric. Recortado, aquí se enfrenta a sus nuevas vilezas dignas de un rodeo urbano. Primero, motorizado, se niega a frenar, desafiando a la policía que no se deja engañar y acabará controlándole. Mientras tanto, su increíble fuga le lleva a conducir por aceras, zonas verdes, saltarse señales de stop y semáforos y, como guinda del pastel, tomar una rampa de autopista en sentido contrario entre Mondelange y Metz. Milagro, no hay víctimas. Viaja en un pequeño vehículo de dos ruedas para el que se necesita el permiso A1. Él no lo tiene. “Pensé que era como un scooter”, explica. No tiene seguro, ni guantes, obviamente. Había fumado cannabis. “Asumo la responsabilidad de todo”, dijo.

Ya es mucho, pero no ha terminado. Frédéric lleva consigo un Colt 44 que deja a todos perplejos. “Fue por mi protección, tenía miedo de que alguien viniera y me disparara por el asunto anterior. Pero quería venderlo para llenar la nevera. » Sus jueces esperan más. Uno de sus conocidos involucrado en el caso en cuestión recibió nueve balazos en el cuerpo cuando salió de prisión. Todavía no están convencidos. “Hay muchas fotos de armas en la televisión”, comenta el presidente. “Pues sí, soy un pequeño idiota al que le gusta lucirse con un arma”, dice Frédéric. Incluso tenía un cuchillo cuando lo arrestaron. “Una vez más, asumo que no estoy tratando de evitarlo. Sé que todo está en mi contra. Tengo que pagar, pero quiero marcharme libre”, insiste Frédéric. Porque está convencido de que esta vida llena de ruido, agitación y furia ha terminado. Su reciente paternidad le habría supuesto una descarga eléctrica y le habría abierto los ojos. “He decidido ser feliz, es mejor para mi salud”, escribió Voltaire. A Frédéric le gustaría aprender de ello y borrar el pasado.

Mientras tanto, recibe 30 meses de prisión.

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