Nunca debemos trivializar una victoria contra los All Blacks, incluso si es la tercera consecutiva que estos Blues ganaron, heroicos en solidaridad y perseverancia el sábado por la noche en el Stade de France. ¡Qué pie! Y si esto no garantiza nada sobre la tranquilidad del camino a recorrer hasta 2027, debemos felicitarnos sin reservas por tal éxito y el mensaje que envía al mundo del rugby.
Vencer a los negros (incluso cuando son blancos) sigue siendo un raro privilegio. ¿La prueba? Si sigue persiguiendo su récord como seleccionador en el Mundial, con estos tres éxitos consecutivos contra la “Nueva Zelanda”, Galthié supera ahora a Pierre Berbizier, que fue el primero de los capitanes franceses en derrocar dos veces al mito en su tierra. en Nueva Zelanda. Detrás de ellos, las hazañas de 1977, 1986, 1999 y 2007, lamentablemente, siguen siendo golpes de brillantez aislados.
Así que saboreemos este valiente partido para siempre, aunque tengamos que brindar por Tourtel o escondernos en el vestuario del rival para mojar nuestro bigote en la espuma del ganador. Y no rehuyamos nuestro placer: más allá de las figuras y su luz dura, es el escenario, la manera y aún más el corazón de estos Blues lo que nos dio la gran emoción. Esta generosidad y este carácter no son nada nuevo para la generación Dupont, pero estos destellos llegan en el momento adecuado para reiniciar la máquina. Entonces, sigamos con la juventud: esta parte, o más bien esta segunda mitad peluda, era necesaria para que el horizonte del rugby francés finalmente se aclarara y se volviera azul.
¿Entonces un gran cielo azul? Aún no. Por lo que contenía emociones positivas, esta Francia-Nueva Zelanda histérica no borra las quemaduras de la noticia, tanto las molestias acumuladas como las decepciones encadenadas. Si la fusión es un veneno, el verdadero peligro sería tener que esconderse detrás del impulso de un éxito tan magnífico para creer que ahora todo va bien. El horizonte está despejado, sí, pero el camino es todavía largo e incierto, hasta 2027. Y es también en la medida de sus joyas azules que el rugby francés en su conjunto encontrará una forma de redención ante los ojos de un gran público que Ya no te escondas para ridiculizarlo.
Mientras tanto, repítete que desde el sábado por la noche estamos sonriendo. Durante un tiempo, es incluso el rugby francés en su conjunto el que vuelve a lucir una gran sonrisa, y eso ya es mucho. Eso es lo principal. El deporte es salud y esto es lo que también leeréis en este periódico: Gil Avérous, Ministro de Deportes, Juventud y Vida Comunitaria, recalca este credo a lo largo de la entrevista que nos concedió. Francamente, no nos vamos a quejar de eso. Para nuestro gusto, nunca hay suficiente deporte (especialmente en la universidad y las escuelas). Y si el deporte es bueno para el cuerpo, también lo es para la mente; en otras palabras, moral. Una vez más, nunca es demasiado. Especialmente en estos tiempos, en los que necesitábamos de todo para conservar el plátano. Imagínese entonces cuánto nos estamos divirtiendo desde el sábado por la tarde, gracias al deporte, más precisamente gracias al rugby y a este éxito.
“IncroyaBleus”!