“Me brutalizó. Fue muy violento durante el coito y yo sólo podía quedarme ahí esperando a que terminara”. O: “Una vez, alguien puso GHB en mi bebida y me desmayé. Luego me desperté desnudo en un dormitorio y no recordaba nada”. Estos son algunos de los testimonios recogidos por dos investigadores, en el marco de una reciente investigación encargada por la red Procore, que defiende los derechos e intereses de las trabajadoras sexuales en Suiza.
Realizado con 24 prostitutas de todas las edades, incluidas dos personas transgénero, el estudio pone de relieve un hecho alarmante y a menudo ignorado. Casi todas ellas (más del 70%) han sufrido alguna forma de violencia sexual, recientemente reconocida por la ley: el sigilo o, lo que es lo mismo, la retirada furtiva del preservativo. “Muchos clientes lo están intentando. Hay que tener mucho cuidado”, subraya uno de los participantes.
La mitad de estas mujeres también denuncian discriminación, insultos o incluso robos. Esta violencia es obra tanto de los clientes como de los transeúntes, los gerentes de los salones o sus familiares. Le siguen las amenazas físicas o verbales, así como las palizas con un 37,5%. Un tercio de las prostitutas también dice haber sufrido diferentes formas de acoso. Además, varios de ellos denuncian secuestros, prácticas sexuales no deseadas o incluso retención de sus ingresos.
Si la prostitución es legal en Suiza, Procore pide una mejor supervisión. Legalmente hablando, la red quiere: no criminalizar el trabajo sexual; una simplificación de los procedimientos administrativos; y la posibilidad de presentar una denuncia por violencia sin correr el riesgo de sufrir consecuencias en tu permiso de residencia. Además, Procore pide más recursos para medidas preventivas, sensibilización del público en general (particularmente sobre el sigilo) y más controles policiales, centrados en las condiciones laborales y la rendición de cuentas de los directivos.
Un estudio algo sesgado
La mayoría de los participantes en el estudio son de origen inmigrante, pero 18 de ellos (de 24) residen legalmente en Suiza. Trabajan tanto en la calle como en salones y hoteles o en casa. Todos cuentan con una experiencia profesional de más de tres años. Sin embargo, los resultados no son representativos de todas las prostitutas en Suiza, ya que las participantes fueron reclutadas por trabajadores sociales en centros especializados, lo que podría provocar sesgos en la muestra.
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