Sentir los latidos de tu corazón mientras esperas que alguien conteste, temer los espacios en blanco durante una llamada, dejar que tu teléfono suene mientras un amigo te llama. Las conversaciones telefónicas pueden causar ansiedad severa. ¿Para qué?
“La Generación Z, nacida en los años 2000, siente más incomodidad y a veces incluso una forma de ansiedad cuando se enfrenta a estas llamadas telefónicas improvisadas”, explica Patrick Amey, profesor de la Universidad de Ginebra, en el Point J. , en el Instituto de Comunicación y Culturas digitales.
Así, un estudio suizo revela que el 10% de los jóvenes entre 12 y 19 años nunca utilizan la función de llamada de su smartphone. Este miedo se explica, en particular, por la ausencia del rostro del interlocutor. “Lo que falta en el teléfono es el rostro del otro que completa el mensaje. Sólo la voz, es siempre un trabajo interpretativo”, subraya el experto.
¡La comunicación oral, cara a cara o por teléfono está llena de peligros!
Además, las generaciones más jóvenes están acostumbradas a la comunicación asincrónica. “Esto consiste en producir un retraso entre el momento de la transmisión y la recepción del mensaje, es este pequeño momento el que te permite releer tu correo electrónico, pensar en el audio en WhatsApp”, especifica el experto.
Esta brecha es una forma de tomar poder, de control, sobre la propia comunicación, mientras que la comunicación oral supone imprevistos, una forma de negociación, emociones que nos invaden. Para superar esta ansiedad, el experto recomienda restarle importancia al drama: “La tartamudez no es grave. Buscar las propias palabras no es un delito. Hay que deshacerse de la idea de ser juzgado constantemente por los demás”.
¿Por qué la llamada telefónica se considera una intrusión? ¿Por qué la conversación telefónica no permite una gestión ideal de las emociones?
Juliane Roncoroni y el equipo de Point J
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