Dentro de poco más de una semana, el sábado 23 de noviembre, comenzará la tercera exposición que la galería Semiose dedica en su espacio al pintor dijonense Hugo Capron.
Noble Limónel primero consistió en una serie de pinturas que representaban, como su nombre indica, la representación del mismo limonero. El de hoy expone los frutos tal y como muestra la imagen elegida al inicio de este artículo: limones ejecutados de una tacada y de memoria como ya ocurría con el árbol, porque el artista pinta sin modelo, ya sea real o fotográfico.
Nombrado Derbi de delfinesla segunda exposición presentó, entre otras cosas, una serie de pinturas de camarones a las que parecen hacer eco los ojos negros de los mosquitos pintados este año. Más allá de este dúo de formas circulares que responden de una serie a otra, encontramos la misma forma de torcer el cuerpo del animal para que ocupe por completo el espacio del lienzo.
Los mosquitos, pero también los limones, parecen un poco apretados allí y esta es sin duda la manera que encontró el pintor para hacernos ver, más allá de los motivos, las líneas y los colores. Un mosquito sobre un limón nos habría contado una historia completamente diferente a la de estos limones y los mosquitos se adaptaron a la superficie, no sólo en términos de superficie sino también en términos de planitud.
Si los frutos y los animales de Capron están así constreñidos, recogidos de costado y aplanados en su espesor, no es que la plasticidad de los cuerpos de estos modelos interese particularmente al artista (el limón no es, por otra parte, el más flexible de los frutos). pero aunque al darles las mismas propiedades que el soporte dirige nuestra atención al medio.
De hecho, y aunque a menudo se le critica por el carácter prescriptivo de sus escritos, el crítico Clement Greenberg lo demostró correctamente: lo que distingue a la pintura de todas las demás artes es esta superficie plana y limitada con la que debe lidiar el pintor. Al centrar nuestra atención en la superficie, Capron nos invita a mirar la pintura que obviamente no es sólo un soporte sino también colores, materiales, gestos.
En el centro de su enfoque, la obra en serie que toma prestada del mundo de la imprenta del que proviene, permite al artista expresar esta riqueza de la pintura. Así, el limonero que destaca claramente sobre el fondo responde al tono sobre tono del bodegón con limones y los colores pop de los camarones responden a los tonos casi sucios de las representaciones de mosquitos.
Pero, más que la variación de estilo de una serie a otra, es la multiplicidad de matices de un mismo tema lo que nos permite captar -como lo han demostrado los impresionistas- las infinitas posibilidades de este medio. Los diferentes tratamientos del mosquito de Capron son otro ejemplo con, si nos atenemos a esta historia de cómo significar la superficie, la aparición en uno de los lienzos de una fina orla de color que enmarca la imagen.
Como otros pintores de Dijon de los que hablamos recientemente, el tema, a menudo modesto o clásico, es menos importante que su tratamiento. No hay realmente un tema, sino más bien motivos, declinados y agotados de un lienzo a otro y, si hay un tema que recorre la pintura de Capron a través de sus pinturas de limones y mosquitos, pero también de ríos o fuegos artificiales, es quizás simplemente esto: la plasticidad de la pintura.
La exposición estará expuesta hasta el 21 de diciembre.