Equipo suizo: la madurez para seguir soñando

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En el calor del momento, dominan los arrepentimientos, tras la derrota de Suiza en la final del campeonato mundial. Pero el curso sigue siendo fabuloso.

La decepción será difícil de digerir para la selección suiza, derrotada por 2-0 en la final del campeonato mundial. © piedra angular

La decepción será difícil de digerir para la selección suiza, derrotada por 2-0 en la final del campeonato mundial. © piedra angular

Publicado el 27/05/2024

Tiempo estimado de lectura: 2 minutos

Y al final es Suiza la que pierde. para los 3mi Por primera vez en su historia reciente, la selección nacional se ha quedado a una victoria, sólo una, de un título de campeona del mundo. La amarga desilusión se mezcla con profundos arrepentimientos: la Nati tenía las armas para arruinar la fiesta en la República Checa. Si tan solo hubiera producido más ofensivamente en los primeros 50 minutos. Ojalá los mensajes de Bertschy y Thürkauf no hubieran dado en el blanco.

Seamos claros: la victoria checa es merecida. En casa, los locales aprovecharon la energía transmitida por los 17.000 espectadores y por todo el país para sofocar a la compañía de Patrick Fischer. Pero cuando hace calor, sólo se impone la decepción.

Sin embargo, esto no debería hacernos olvidar la impresionante actuación del equipo suizo en Praga. Más fuerte, más madura que nunca en los últimos años, la selección se ha beneficiado de la contribución esencial de sus estrellas de la NHL. Aquellos que, más allá de jugar en la mejor liga del mundo, tienen un papel importante. Con la presencia de Roman Josi, Nico Hischier, Kevin Fiala y Nino Niederreiter, esta pálida Suiza, que este invierno sufrió 11 derrotas seguidas, se convirtió en un serio aspirante al título supremo. Capaz de derrotar al finalista y al actual campeón del mundo en rápida sucesión para llegar a la final.

Criticado antes del torneo, Patrick Fischer también debe recibir un gran reconocimiento. Excelente comunicador, el Zougois tiene el inmenso mérito de haber sabido fidelizar a los suizos del otro lado del Atlántico y de haber (re)dado importancia al jersey nacional. La llegada sorpresa… ¡y tan preciosa! – de un Kevin Fiala que acaba de convertirse en padre constituye la prueba definitiva de dedicación a la Nati.

Y además, Fischer también ha construido un vestuario sano y unido, en el que cada jugador acepta su misión dejando su ego a un lado. Este fabuloso viaje es el de una unión sagrada entre los suizos de aquí y de otros lugares, el de una generación dorada que ha alcanzado la madurez. Quizás esta vez sólo le faltó el apoyo de un público ruidoso. Quizás el destino quiera que Suiza también gane en casa (Friburgo y Zúrich) en 2026.

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