LOS NUEVOS MAESTROS DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA

LOS NUEVOS MAESTROS DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA
LOS NUEVOS MAESTROS DE LA COMUNICACIÓN POLÍTICA
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La intrusión de los “pseudoactivistas” o “activistas 2.0” en la esfera política parece marcar un cambio en el panorama político senegalés cada vez más divisivo y polarizado. Así, blogueros o tiktokers como Assane Diouf, Ousmane Tounkara y el rapero Mullah Morgun aparecen, según su éxito en la red, como actores centrales en la formación de la opinión pública y el seguimiento de la actualidad política.

Es un mundo donde el exceso, la vulgaridad y la ofensa riman con buena visibilidad en la red. La intrusión en el juego político de insultadores públicos o “pseudoactivistas” afiliados a una organización o asociación alcanzó su punto máximo con el encarcelamiento del activista e influyente Bah Diakhate, lo que provocó una movilización del APR. Quien se presenta como presidente de los activistas republicanos y dirige la página “Baatu Degg (la voz de la verdad)” en la red social Facebook, acusó al nuevo jefe de gobierno de ser cercano a los pro-LGBT. Este activista muy activo en la red se jactaba en varios de sus vídeos de ser el defensor de Macky Sall y del antiguo régimen contra las manipulaciones y falsedades propagadas por los partidarios de Pastef en Internet. Será juzgado en flagrante delito el 27 de mayo, informa su abogado, Amadou Sall.

Recordemos que el activista está siendo procesado por difundir noticias falsas e insultar a una persona que ejerce todas o parte de las prerrogativas del Presidente de la República.

Esta detención provocó la indignación de los republicanos, que afirman que ninguno de los hechos así mencionados y probados constituye injuria u ofensa pública, y menos aún la difusión de noticias falsas, como indicó la APR en un comunicado de prensa publicado el 22 de mayo.

Esta renovada actividad del partido de Macky Sall en torno a un activista presente en la red parece indicar la importancia de los insultadores públicos en la esfera política. Uno de los pioneros de esta nueva corriente comunicativa es Assane Diouf, de Estados Unidos.

Este último, a través de sus diversos vídeos publicados en Facebook o YouTube, atacó duramente al jefe de Estado Macky Sall y a su gobierno con comentarios insultantes e indignantes desde 2016. El activista 2.0, portador de un discurso antigubernamental, rápidamente ganará notoriedad en la web provocando con impactantes revelaciones infundadas, salpicadas de retórica escandalosa e insultante hacia varias personalidades del régimen de Macky Sall. Una forma de comunicación que combina activismo político y entretenimiento.

Al regresar a Senegal en 2018, sus vídeos serán cada vez más raros y el ex emigrante probará rápidamente las cárceles de Macky Sall tras algunas salidas consideradas insultantes para el régimen.

Después de numerosas aventuras con la justicia, Assane Diouf aparecerá en los platós de televisión y se convertirá, con el tiempo, en una personalidad mediática que no duda en dar su opinión sobre los hechos políticos.

A nivel político, este exceso no parece haberle perjudicado e incluso aparecerá en la lista proporcional de la coalición Wallu Senegal para la ciudad de Pikine, durante las elecciones municipales de enero de 2022. Participará en las elecciones presidenciales. de 2024 brindando apoyo a Khalifa Sall.

La agenda política oculta de los ”pseudoactivistas”

Según Ibrahima Bakhoum, la notoriedad de estos “activistas políticos” se explica por el deseo de los senegaleses de satisfacer su instinto primario de querer espiar a su vecino y por la libertad de tono en sus declaraciones, al no estar sujetos a cualquier limitación en materia de ética y conducta profesional. ”Los medios tradicionales son demasiado lentos a la hora de difundir información, porque deben ofrecer a los ciudadanos información justa y veraz. Mientras que los activistas 2.0, que pueden ser utilizados por los lobbies, están a sueldo de un proyecto político que quieren promover. A menudo llevan un discurso antigubernamental y están dispuestos a aceptar todas las manipulaciones y falsedades para ajustar cuentas políticas. Se benefician de la cultura de la inmediatez que ahora marca nuestra forma de consumir información”, afirma el periodista.

Este modo de acción del activismo político será copiado por influencers como el rapero Mouhamadou Niasse, conocido como ”Mullah Morgun”, afincado en Canadá, y Ousmane Tounkara, que vive en Estados Unidos. Estos últimos, utilizando el mismo proceso que Assane Diouf, han conseguido, con el tiempo, construir una buena comunidad de seguidores en la red en torno a un virulento discurso antirégimen de Macky Sall compuesto de denuncias, ataques personales, llamamientos a la insurrección y radicales. y comentarios insultantes contra figuras políticas.

Este proceso se ha intensificado considerablemente desde los disturbios de marzo de 2022 y la fuerte desconfianza hacia Macky Sall en un contexto de fuertes tensiones con el partido Pastef de Ousmane Sonko. Estos presuntos activistas, que forman parte de la dinámica de defensa de Ousmane Sonko, luego procesado por violación y luego por poner en peligro la seguridad del Estado, han sido acusados. Ousmane Tounkara incluso admitió haber comprado bombas molotov y haber contribuido con un millón de dólares (aproximadamente 603 millones de francos CFA) para apoyar los combates de Pastef.

Activistas 2.0 ante una polarización exacerbada del escenario político

Esta atracción del público senegalés por estos pseudoactivistas refleja una cierta fascinación por los chismes y las calumnias públicas. “A todos los senegaleses les gustan los chismes”, señala el periodista Cheikh Yérim Seck. De ahí el éxito de las revistas “Mœurs” y “Tract”, sin olvidar el sitio personal Face Dakar, uno de los sitios Internet más visitados del país.

Este éxito es también una salida para el pueblo senegalés ante un gobierno que hace oídos sordos a sus demandas y sus dificultades.

Este discurso inconformista defendido por estos pseudoactivistas encuentra su eficacia en el deseo de romper con las normas del espacio público senegalés regido por un conjunto de reglas más conocidas con el nombre de cultura “masla” (Nota del editor: Capacidad de convivir bien con la gente o la búsqueda permanente de compromiso) o “kersa” (modestia). Internet, a través de su naturaleza anónima, ha liberado la voz de los ciudadanos a quienes cada vez les importan menos las limitaciones morales y culturales en las relaciones humanas. La única constante es sorprender tanto como sea posible con comentarios impactantes y divisivos para despertar pasiones y provocar acalorados debates con el fin de maximizar la monetización de su contenido y videos.

No se excluye el riesgo de una fuerte polarización de la vida política con el ascenso de estos activistas 2.0 y el reclutamiento de un ejército de TikTokers o YouTubers por parte de los partidos políticos con el único objetivo de desacreditar al bando contrario.

Además, el ex director editorial de “Sud Quotidien” informa que “estos activistas políticos” se benefician así de una capacidad de causar daño e influir en la esfera política, lo que constituye, a largo plazo, un peligro para la democracia senegalesa. . ”El ciudadano que se presenta como activista puede ahora participar en la formación de opinión difundiendo desinformación y difamando a personalidades. Esta capacidad de molestar, retomada en los medios de comunicación y en las redes sociales por los adversarios políticos del destinatario, puede en última instancia llegar a empañar la imagen pública de una persona”, concluye.

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