En una dependencia de la mansión Stang de principios del siglo XIX, en Forêt-Fouesnant (Finisterre), Benjamin Legros prepara de forma tradicional su pan que luego su socia, Marie Duclau, vende en los mercados. Habits ya está bien consolidado, tras lanzar su negocio a finales de junio. Sin embargo, él es plomero de formación y ella es socióloga. Y ambos no son bretones en absoluto.
Antes de producir pan en Finisterre, se habían instalado en las dependencias del castillo de Graville, en Vernou-la-Celle-sur-Seine (Seine-et-Marne), apasionados por las piedras antiguas y los lugares llenos de historia. . Mientras Marie Duclau ya estaba en proceso de reconversión para formarse en horticultura, conoció a una persona que cambiaría sus vidas: Jean-Baptiste Hubert, codirector de la mansión Stang. “Me habló de su proyecto de cultivo de cereales en la finca y hablamos de nuestro proyecto de panadería. Ya teníamos el nombre Mitrons Givrés, un pequeño guiño a Benjamin, amante de los cítricos”, recuerda Marie Duclau con una sonrisa. La corriente pasa muy rápidamente entre la pareja y Jean-Baptiste. “Siempre quise hacer pan. Además, era mi deseo inicial, pero tuve que actuar de otra manera”, añade Benjamín, que también volvió a estudiar para obtener su título de panadero.
Para llevar a cabo su proyecto, Jean-Baptiste les ofrece alquilar las dos pequeñas dependencias situadas en el exterior de la finca, cuya construcción se remonta a 1827. “Hemos dispuesto todo para hacer, por un lado, la panadería y, por el otro, nuestra casa. Por el momento utilizamos un horno eléctrico, pero está en proyecto tener un horno de leña y un molino para moler nuestro propio grano”, anticipa el nuevo panadero.
Todo se hace a mano, la masa del pan se elabora con harina comprada en particular a un agricultor-molinero de la zona. Las harinas de espelta, trigo sarraceno y centeno utilizadas están etiquetadas como ecológicas. La pareja también ofrece repostería. La masa para los croissants de mantequilla pura se gira en un laminador. Las galletas de chocolate y cacahuete ya han deleitado el paladar de muchos gourmets, al igual que los brioches y otros dulces.
El único inconveniente: al estar las dependencias situadas en una zona agrícola, la pareja no puede vender pan allí. “Marie se ocupa actualmente de los mercados locales y también vendemos al por mayor en la tienda de La Boucle, en Forêt-Fouesnant y en los Jardins du Vergers de Fouesnant. Pero tenemos el plan de abrir una tienda en la finca, lo que esperamos sea en un futuro próximo”, anuncia Benjamín Legros. Para satisfacer aún más gourmets.