Elecciones presidenciales estadounidenses de 2024: entre Francia y Estados Unidos, una relación histórica compleja

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lo esencial
Francia y Estados Unidos están unidos por una larga historia que se basa en el corazón de sus valores universalistas. Pero la relación no siempre fue fácil y en ocasiones llegó a ser muy tensa. En cualquier caso, será muy diferente según quién, Donald Trump o Kamala Harris, ocupe la Oficina Oval de la Casa Blanca.

Si las elecciones presidenciales americanas son seguidas tan de cerca en Francia es porque tendrá consecuencias para Europa, pero también porque nuestros dos países tienen una relación larga y única, que oscila entre la razón y la pasión, y porque nuestras dos naciones han sido portadoras de un ideal universalista durante dos siglos y medio.

Desde la Batalla de Yorktown en 1781, donde Francia apoyó decisivamente a los insurgentes estadounidenses contra los británicos, nuestras dos naciones han forjado vínculos profundos, que oscilan entre la admiración mutua y las diferencias estratégicas.

De Lafayette a Tocqueville

La génesis de esta relación única se remonta al Marqués de Lafayette, héroe de la Revolución Americana, que encarna el primer puente entre Francia y Estados Unidos. Lafayette, un joven aristócrata francés enamorado de los ideales de la Ilustración, luchó junto a George Washington, convirtiéndose en mucho más que un aliado militar: un símbolo vivo de la amistad franco-estadounidense, que todavía se celebra hoy.

Unas décadas más tarde, Alexis de Tocqueville ofrecería la primera mirada analítica y profunda a la democracia estadounidense. Su obra “Sobre la democracia en América” sigue siendo un texto fundacional, que demuestra que el diálogo entre las dos naciones va mucho más allá de las consideraciones geopolíticas para tocar la comprensión filosófica de las sociedades.

La Estatua de la Libertad en Nueva York, ofrecida por Francia.
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En Nueva York, la Estatua de la Libertad, ofrecida por Francia en 1886, simboliza esta amistad. Finalmente, las dos Guerras Mundiales consolidaron una alianza que va más allá de las simples consideraciones diplomáticas: la sangre derramada creó un vínculo casi fraternal, que aún se celebra con Joe Biden el 6 de junio con motivo del 80º aniversario del Día D.

Sin embargo, no faltaron los desacuerdos entre Francia y Estados Unidos. En 1966, De Gaulle abandonó el mando integrado de la OTAN. En 2003, la oposición francesa a la guerra en Irak, encabezada por Dominique de Villepin en el Consejo de Seguridad de la ONU, fracturó profundamente la relación franco-estadounidense. Las “papas fritas”, que luego se convirtieron en “papas fritas de la libertad” en los restaurantes estadounidenses, ilustran el infantilismo que a veces puede afectar las relaciones diplomáticas.

En 2008, Barack Obama encarnó una forma de continuidad intelectual con el legado de Tocqueville. Durante sus dos mandatos, desarrolló un enfoque multilateral sofisticado, promoviendo alianzas históricas como la con Francia. Su discurso en Estrasburgo en 2009, donde celebró explícitamente la amistad franco-estadounidense, fue un hito.

La era Trump marcó el comienzo de una relación tumultuosa en 2016. Sus repetidas críticas a la Unión Europea, su unilateralismo y su demostrado desprecio por las alianzas tradicionales han puesto a prueba el diálogo franco-estadounidense.

Los viriles apretones de manos entre Trump y Macron

Emmanuel Macron, que parodió su Hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande en Hacer que el planeta vuelva a ser grande Cuando Trump abandonó el Acuerdo Climático de París, intentó mantener un diálogo constante con una estrategia que muchas veces ha aplicado a otros líderes: seducir y convencer mediante una mezcla de diplomacia personal y firmeza. Recordamos el interminable y viril apretón de manos entre los dos presidentes en mayo de 2017 durante una cumbre de la OTAN en Bruselas, y luego reiterado en 2018 durante una reunión del G7 en Quebec.

Cenas de Estado durante visitas oficiales y múltiples conversaciones telefónicas marcaron el primer mandato de cinco años con intentos de acercamiento. Trump se dejó seducir a veces –quería copiar nuestro desfile del 14 de julio en Washington–, pero más a menudo fue indiferente o incluso escandaloso, cuando trató a los soldados estadounidenses enterrados en los cementerios militares de Normandía como “perdedores” y “tontos” (tontos).

Convergencias de opiniones entre Joe Biden y Emmanuel Macron, aquí durante una reunión del G7 en Alemania en junio de 2022.
PISCINA – LUDOVIC MARÍN

Con la llegada de Joe Biden y Kamala Harris en 2021, la situación diplomática ha cambiado significativamente; El secretario de Estado Antony Blinken también es francófilo. Más abierta al multilateralismo, más proclive al diálogo, la administración demócrata ha restablecido una relación más tradicional con Francia, con un análisis compartido sobre las amenazas que pesan sobre las democracias o la necesidad de apoyar a Ucrania frente a Rusia.

En Múnich en 2022, como vicepresidenta, Kamala Harris reafirmó la importancia de la asociación transatlántica, que no es la prioridad de Donald Trump, seguidor de Amerca First, America first. No es de extrañar entonces que, aparte del RN, la clase política francesa se incline más a favor de Harris, olvidando a veces que, incluso los presidentes estadounidenses democráticos, siempre anteponen el interés de Estados Unidos al resto.

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