Existencias sedimentarias en declive
En el Golfo de Vizcaya, la arena se desplaza principalmente de norte a sur a través de la deriva litoral, una corriente lateral a la costa. Se sumerge en parte en las profundidades abisales a las que se abre el cañón de Capbreton, al sur de las Landas. Lo sustituye el sedimento llegado desde el norte por la misma deriva litoral.
Año tras año, es insuficiente. Con el fin de la última glaciación, hace más de diez mil años, los ríos transportaron enormes cantidades de material desde la tierra hasta el océano, engordando las costas. Este flujo ha disminuido. En cuanto a la mano del hombre, ha remodelado las cuencas con presas, terraplenes y extracciones masivas de áridos de los lechos de los grandes ríos.
“El agotamiento de las reservas de sedimentos constituye hoy la principal causa de la erosión costera. Ninguna región del mundo se salva”, indica el Conservatorio Costero. Según el Observatorio de la Costa de Nueva Aquitania, el litoral retrocede una media de 2,5 m al año en Gironda, 1,7 m en las Landas y 25 centímetros al año en los acantilados del País Vasco. Charente Marítimo y sus muy diversas costas también se ven afectados.
Ojo al aumento del nivel del mar
Provocada por la agitación climática, la aceleración del aumento del nivel del mar agrava el fenómeno. Pero, como señala el documento de referencia del comité científico regional AcclimaTerra – “Anticipación del cambio climático en Nouvelle-Aquitaine”, informe de 2018 –, “cuantificar los impactos del cambio climático sobre la erosión de las costas arenosas es un verdadero desafío científico”. Incluso si a nivel local observamos realidades contrastantes, está claro que la tendencia a la erosión en la región “continuará y se acelerará” en los tiempos venideros.
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