DNormalmente, al borde del estanque de Saint-Maigrin, sólo el ruido de los cazadores perturba la tranquilidad de esta masa de agua. Pero este fin de semana de Todos los Santos, las toneladas de caza tienen los pies secos mientras decenas de coches salpican los bordes de la carretera principal: como cada tres años, es la gran pesca del estanque de Saint-Maigrin.
Situado entre Barbezieux y Jonzac, el estanque fue diseñado en la Edad Media para servir de reserva de peces. Hoy en día, con una superficie de casi 40 hectáreas, alberga lucios, anguilas, carpas, tencas, cucarachas, etc. buscado por los amantes de los peces de agua dulce. Cada tres años, la familia encargada de su gestión organiza su vaciado.
A continuación, se vacía completamente el estanque y se ofrecen a los particulares los peces lo suficientemente grandes como para venderlos. “Se necesita más de un mes para secarlo. Es una antigua tradición que queremos perpetuar, que nos permite mantener la masa de agua y regular el ecosistema”, explica Alice Prévot, una de las organizadoras de pesca. “Generalmente lo hacemos en esta época del año porque no hace demasiado frío para la gente que pesca, ni demasiado calor para los peces, que son bastante frágiles”, explica.
Tiros netos
Una vez que el cuerpo de agua está casi completamente vacío, se cierran las válvulas. Durante tres días (del jueves 31 de octubre al sábado 2 de noviembre), se vuelven a abrir lentamente para atrapar a los peces en un pequeño estanque río abajo y sacar las redes. Incluso los niños participan, con los pies en el agua.
Los peces, aún vivos, intentan escapar. Se clasifican y se ponen a la venta. “Necesitaría 2 kilos de cucaracha para freír”, pregunta uno de los clientes. “Voy a ver qué puedo hacer pero no nos queda mucho, puede que tengamos que esperar al próximo lance”, advierte uno de los voluntarios. Los más pequeños se apartan para repoblar el estanque posteriormente.
Muestras solicitadas
En el lugar, la familia, los niños y los amigos de la familia responsable del estanque son reconocibles por sus trajes de pesca y su jersey rojo. Los compradores y curiosos –alrededor de un centenar este viernes por la mañana– van equipados con botas de plástico y grandes palanganas, muchos de ellos son habituales.
“Algunos vienen a comprar pescado para comer, pero muchos realmente quieren repoblar sus propios estanques”, subraya Alice Prévot. Cada lance de la red es examinado de cerca, todos esperan salir con los mejores ejemplares. Algunos incluso llegaron con grandes tanques de oxígeno en remolques: el negocio pinta bien.
“Estoy aquí por las tencas”, dice un jubilado que condujo una hora para la ocasión. “¡Me permite introducir nuevos ejemplares para cruzarlos! » Desafortunadamente las tencas que salen del agua a las 11:15 son sólo las grandes. “Qué pena, esperaré el próximo recorrido…”