En Châtillon-sur-Indre, una nueva empresa está configurando el futuro de Europa

En Châtillon-sur-Indre, una nueva empresa está configurando el futuro de Europa
En Châtillon-sur-Indre, una nueva empresa está configurando el futuro de Europa
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Desde el 4 de mayo, fecha de su inauguración, el taller de Artur Sy en Châtillon-sur-Indre no ha tenido descanso. En este nuevo negocio, Roselyne Sauzay, la fundadora, ha encontrado su campo de expresión, mezclando brillantemente economía circular y segunda mano.

“La desesperación de las zonas rurales ha sido alimentada por la desindustrialización”

Es aquí, en Châtillon, donde Majdouline Sbai, de 5 añosmi en la lista nacional de los ecologistas, y Charles Fournier, diputado por Indre-et-Loire del mismo grupo, decidieron iniciar su visita al departamento, este miércoles 15 de mayo, con vistas a las elecciones europeas. Antes de las reuniones en Châteauroux para reunirse con los empleados de la empresa Impériales Wheels, esta visita al taller de Artur Sy puso de relieve uno de sus temas emblemáticos: el desarrollo local en las zonas rurales.

Roselyne Sauzay inauguró el taller Arthur Sy en Châtillon-sur-Indre el 4 de mayo. Desde entonces, se ha visto abrumada por solicitudes de retoques.
© (Foto NR, Matthieu Renard)

Según ellos, la economía territorial debe situarse en el centro de los debates europeos: “Gran parte de la desesperación en las zonas rurales ha sido alimentada por la desindustrialización. Aunque sea modesto aquí, nos dice lo que sería posible hacer con una verdadera política de apoyo”.apoya el diputado. “¿Cuáles son los problemas en Europa? Para nosotros son la alimentación, la energía y sectores estratégicos como el textil en los que tenemos know-how, materias primas locales, etc. Son iniciativas como la de Roselyne las que deben dar forma al futuro de la economía europea. especifica Majdouline Sbai.

“Me encantó trabajar con los legionarios”

Así, en este modesto taller emerge el retrato de una Europa que confía en la creatividad de sus territorios. Originaria del sur de Francia, Roselyne aportó a la base de Laudun-l’Ardoise (Gard) sus conocimientos adquiridos en la Legión Extranjera. “Me encantó trabajar con los legionarios, los hombres más dulces del mundo. Los rusos me trajeron caviar”, cuenta, de manera hilarante, la costurera profesional en una de sus tantas anécdotas. Después de varias operaciones de hombro y de que le diagnosticaran fibromialgia, fue declarada no apta y poco después se trasladó a Châtillon, tras conocer a su marido a través de Internet. A pesar de sus problemas de salud, no se dejó llevar por el desánimo y se incorporó a los Ateliers Léon Flam.

Hace dos años dejó su trabajo para obtener el título de supervisora ​​técnica. A pesar de obtener este último, abandonó su proyecto de crear una estructura de integración al no haber obtenido la aprobación requerida. Mientras tanto, se postuló para Greta de Châteauroux, donde faltaban zapatillas de moda. “El problema es que es a tiempo parcial, es poco, necesitaba hacer otra cosa”, señala. Así surgió la idea de montar el taller. Desde entonces, las solicitudes han ido llegando y esto es sólo el comienzo.

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