La oportunidad perdida de Julien Lacroix

La oportunidad perdida de Julien Lacroix
La oportunidad perdida de Julien Lacroix
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No lo dudes: Julien Lacroix todavía tiene un talento y un ingenio que, evidentemente, nadie podrá arrebatarle.

Pero no podemos separarnos Tiempo al tiempo de la vida de su autor. El propio humorista dedica buena parte de su segundo One man show a su “cancelación”. Y es la forma en que aborda este espinoso tema lo que resulta confuso, capaz incluso de crear cierto malestar.

Con esta nueva producción, el comediante de 31 años marca su regreso al mundo de la comedia. Es decir, cuatro años después de haber sido blanco de acusaciones de conducta sexual inapropiada.

Además, es todo este tiempo fuera del escenario lo que marca el hilo conductor de sus 90 minutos de espectáculo.

Frente a un público bastante joven, formado por algunos menores de edad, Julien Lacroix cuenta lo que vivió tras su retirada del espacio público. Como los comentarios que recibió en redes sociales, su ingreso a rehabilitación, su relación con su novia que permaneció a su lado a pesar de todo, sus primeros pasos como padre, etc.

“Me llamaron pervertido narcisista. ¿Sabes lo que es? Es que cuando a una chica la abandonan, su ex se convierte en un pervertido narcisista”, dijo, entre otros chistes dispares.

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Julien Lacroix apareció en escena con un ambiente muy sobrio, dejando mucho espacio para sus bromas agudas y a veces torpes. (Jocelyn Riendeau/Le Soleil)

Con Tiempo al tiempo, el comediante también recuerda su vida anterior y su comportamiento inadecuado. Los que tuvo todos esos años en los que amaba “el derrape”, durante su adolescencia y en el inicio de su carrera cuando acumulaba éxitos al mismo ritmo que se le “hinchaba la cabeza”.

Siempre irritante y visiblemente habitado por una sed de justicia, Julien Lacroix no dudó en criticar a los medios de comunicación que lo investigaron y escribieron sobre él, en particular El deberal que califica desde los primeros minutos de su programa como un “periódico estudiantil”.

Sus numerosos momentos de improvisación le permitieron rascar profusamente a su público, pidiéndoles reír o aplaudir cuando no reaccionaban con la suficiente rapidez.

Dos facetas disonantes

Aunque afirma que “el tiempo ha hecho las cosas” y que él ha cambiado, Julien Lacroix vuelve a escena con el mismo personaje de antes: un hombre arrogante, un poco vago, que no duda en deslizarse hacia el humor negro cuando le conviene. En ocasiones, incluso traspasando la línea con chistes vulgares y con connotaciones sexuales.

Lamentablemente, el comediante no se ha deshecho de esta segunda piel que ciertamente le ha valido muchos éxitos en el pasado, pero que hoy contrasta incómodamente con el discurso que pronuncia en los medios de comunicación sobre el “nuevo Julien Lacroix”.

Con Tiempo al tiempo, Julien Lacroix se atreve a atacar de frente al elefante de la habitación… pero quizás demasiado y de forma inconexa. Tanto o más mordaz que antes, sobre todo da la impresión de regresar a su público como si nada hubiera pasado, con un aire casi indiferente. Esta es una oportunidad perdida por no haber entregado un personaje nuevo, más vulnerable y más humano.

Julien Lacroix presentará su nuevo espectáculo Tiempo al tiempo en todo Quebec en los próximos meses. Regresará a la Sala Albert-Rousseau el 19 de septiembre.

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