En Canadá, la promesa de regularización de inmigrantes indocumentados está en peligro

En Canadá, la promesa de regularización de inmigrantes indocumentados está en peligro
En Canadá, la promesa de regularización de inmigrantes indocumentados está en peligro
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Justin Trudeau despertó las esperanzas de cientos de miles de inmigrantes indocumentados en Canadá hace unos años al prometer un vasto programa de regularización. Pero a los pocos meses la situación cambió y puso en peligro el plan histórico.

“Tenía muchas esperanzas pero ahora no sé qué pensar. Es muy duro”, dijo Nina a la AFP bajo condición de anonimato.

Esta colombiana de 50 años, que llegó a Quebec con su hija menor en 2008, se encuentra sin estatus desde 2015. “Sin embargo, aquí encontré paz. Estaba huyendo de la violencia de mi país y de la violencia familiar”, dice.

“Cuando me pidieron que abandonara Canadá en 2015, quise suicidarme. No sé cómo voy a afrontar todo esto si el plan no es para mí. Mi hija se ha hecho canadiense, mi vida está aquí”, confiesa con la voz entrecortada por la emoción.

El programa estaba destinado a personas que ingresaron al país ilegalmente pero que habían estado en el país durante años, así como a personas que ingresaron al país legalmente pero se quedaron después de que expiró su visa.

Pero las últimas declaraciones del gobierno han causado confusión entre los inmigrantes indocumentados y las asociaciones.

Al igual que Nina, en Canadá hay entre 100.000 y 1 millón de personas indocumentadas, según distintas estimaciones. Su número real se sitúa ciertamente entre ambos, explica el Ministro de Inmigración, Marc Miller.

“Retórica tóxica”

Cuestionado por la AFP, el ministro sigue prometiendo un programa “ambicioso” en los próximos meses para las personas que viven allí “a veces desde hace años con niños que crecieron aquí”. Pero ahora reconoce que el programa “no será para todos”.

Canadá ya no está “exento de la retórica tóxica sobre la inmigración que afecta a todos los países occidentales”, lamenta.

Numerosas encuestas de los últimos meses han mostrado un cambio perceptible en la opinión pública hacia la inmigración después de años de una política considerada muy abierta.

Así, el 67% de los canadienses encuestados considera que los niveles de inmigración en Canadá son “demasiado altos”, porcentaje que va en aumento. Y sólo el 24% de ellos cree que el nivel actual de inmigración contribuye positivamente al país.

Muchos creen que los recién llegados ejercen una presión adicional sobre las estructuras sanitarias y la vivienda, especialmente en un contexto de crisis.

“La gente cuestiona cada vez más la forma en que se gestiona la inmigración”, afirmó Andrew McDougall, politólogo de la Universidad de Toronto.

Pero “sería ir demasiado lejos decir que ha habido un giro antiinmigrante en Canadá”, añade.

A principios de 2024, Canadá superó la barrera de los 41 millones de habitantes gracias a la inmigración, alentada para combatir la escasez de mano de obra.

Y según el último censo de 2021, el 23% de la población canadiense nació en el extranjero.

“Ya no vivas escondido”

En este contexto, el gobierno también ha cambiado de posición: Canadá reducirá el número de trabajadores extranjeros temporales y de estudiantes extranjeros acogidos.

Anuncios que hacen temer a las asociaciones de ayuda a los inmigrantes que los inmigrantes indocumentados se conviertan en “los olvidados de la Historia”.

“No nos damos los medios para reformar el sistema para ayudar a estas personas a salir de la violencia, el acoso y la explotación que sufren cada día”, denuncia Carole Yerochewski, del Centro para Trabajadores Inmigrantes (CTI).

El exilio es un largo camino crucis, dice Mariana, que también habla bajo condición de anonimato.

Este mexicano sueña con “un cambio para ser útil a la sociedad y ya no vivir escondido”. Dice que trabajó durante mucho tiempo sin declarar como ayudante a domicilio para una persona mayor y le pagaban 1,50 dólares la hora (1,01 euros).

“Canadá carece de trabajadores, entonces ¿por qué no nos encargamos de regularizar a los que ya están allí? Es incomprensible para mí”, añade Annette, que llegó de Camerún hace cinco años y vio rechazada su solicitud de asilo.

Sale raramente a la calle por miedo a ser arrestada y vive únicamente gracias al apoyo de las asociaciones.

El último plan de regularización en Canadá data de agosto de 1973, en la época de Pierre-Elliott Trudeau, padre del actual Primer Ministro. Adoptado prácticamente sin oposición, el programa sólo permitió regularizar a unas 39.000 personas.

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