“¿Qué suerte corren los “clavados” de la República? »

“¿Qué suerte corren los “clavados” de la República? »
“¿Qué suerte corren los “clavados” de la República? »
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El título de nuestra contribución refleja suficientemente la proliferación de preguntas que acompañan a la publicación, por instrucciones del Presidente de la República, de los informes de los distintos órganos de control. Además del asombro y el asombro colectivo, más de un senegalés queda atónito por la magnitud de los supuestos abusos. Por lo tanto, tenemos derecho a preguntarnos qué destino debería reservarse a quienes serían reconocidos como delincuentes económicos o bandidos.

No nos apresuremos a trabajar y sobre todo no pongamos el carro delante del caballo. En esta fase del procedimiento no existen culpables ipso facto, todos se benefician de la presunción de inocencia. Éste es el encanto del Estado de derecho por el que nunca dejaremos de movilizarnos. Ésta es también la esencia del pacto establecido entre el pueblo y las nuevas autoridades del país. Así, me viene a la mente la famosa fórmula “la fuerza debe permanecer en la Ley”.

Por tanto, debemos tener una postura legalista, es decir, dejar que la Justicia haga su trabajo. Poder como Oposición y agentes señalados, nadie debe politizar el debate sobre los Informes de la OFNAC, del Tribunal de Cuentas o del IGE. Los casos de fracasos o de malversación de fondos que se observan aquí y allá son el resultado de controles inexorables e implacables. Están dirigidos por hombres y mujeres de honor debidamente designados y con gran experiencia. Por lo tanto, limitémonos a la observación visual y al análisis objetivo para evitar a Senegal especulaciones viles y vanas que sólo se adornarán con trivialidades en los innumerables medios de comunicación y redes sociales.

Efectivamente, en nuestro querido país estamos acostumbrados a hablar o discutir de todo y de nada. Todo el mundo es un especialista o experto. Como los entendidos ya casi no son glorificados, los ignorantes contaminan la atmósfera con tonterías. De los distintos intercambios diarios surgen varias opiniones, en particular, procedimientos judiciales, medidas cautelares o simplemente buenos oficios. Por nuestra parte, optamos por la moderación tomando una distancia crítica, lo que significa que el Gobierno del Presidente Bassirou Diomaye Diakhar FAYE hace bien en permanecer en silencio y no comentar nada. Ya no es el momento de palabrerías sino de acción.

El amateurismo del régimen anterior debería servir como jurisprudencia, sobre todo porque todavía lamentamos el alboroto que bloqueó el camino que conduce a la rendición de cuentas. No volveremos a los indescriptibles giros y vueltas y a las omnipresentes aventuras de la “caza de ganancias mal habidas”. Un escenario así no debería volver a ocurrir. Para ello, ningún Poder debe exceder sus límites, de lo contrario no se hablará de injerencia del Ejecutivo en el Judicial o el Legislativo.

En este caso, sólo la Justicia está facultada para dar respuesta, de conformidad con los Textos y Reglamentos vigentes. Sin embargo, el pueblo, en cuyo nombre se hace la Ley, no puede cruzarse de brazos en la actitud estéril del espectador, como diría uno de los cantantes de Négritude, Aimé CÉSAIRE, alter ego del presidente Léopold Sédar SENGHOR. De hecho, muchos de nuestros conciudadanos todavía no lo pueden creer. El ritmo de crecimiento de los “fijados” de la República se está acelerando hasta tal punto que está más allá de toda comprensión. La cantidad de supuestos actos de bandidaje económico produce náuseas o vértigo y cada día que pasa trae consigo su cuota de fracasos y abusos.

La tendencia sugiere que probablemente estemos cayendo de Caribdis a Escila, en otras palabras, que las cosas van de mal en peor. Sin duda, cuanto más indagamos, más descubrimos y más nos ofendemos.

Esto significa que en todas partes y en todos los niveles de responsabilidad no dudamos en celebrar una java o una fiesta con el dinero de los contribuyentes. Ningún respeto por el bien común y ningún pudor ante el erario público. Comemos todo lo que queremos. Atendemos a seres queridos, amigos, novios y novias. Jugamos a ser jefes y nos exhibimos ante los pobres. Peor aún, amenazamos a los senegaleses cuyo botín ha sido robado. ¡Qué triste legado!

Por tanto, nos corresponde a nosotros borrar la imagen heredada o incluso sustituirla por otro rostro más humano pero más firme y riguroso. No sería excesivo declarar que estamos al límite de nuestra capacidad, ya que padecemos la propensión patológica de ciertos administradores, directores o gerentes de servicios públicos, que sólo viven del secuestro de bienes estatales. También sería prudente asimilarlos a cleptómanos puros. La etimología de la palabra “cleptomanía”, que tiene su origen en el griego, se refiere, ni más ni menos, a un impulso o un trastorno psicológico que empuja a una persona a hurtar o sustraer bienes ajenos.

En conclusión, se trata de peligros para la sociedad y tendremos que neutralizarlos rápidamente. ¿En qué manera? Determinando lo más rápidamente posible la suerte de los “inmovilizados” de la República, para, en primer lugar, respetar los compromisos contraídos con el pueblo, luego disuadir cualquier inclinación a la reincidencia o a la resistencia y, por último, ofrecer garantías de transparencia en la gestión de los asuntos de la ciudad enviando fuertes señales en la cruzada contra la corrupción y la impunidad en Senegal. No será fácil, por supuesto, pero entre la ruptura y el peligro, ¿qué elegiremos?

Mohamed GASSAMA

Ciudadano senegalés de la diáspora

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