En octubre de 2022, miembros del grupo de extrema derecha Junge Tat interrumpieron una sesión de lectura para niños de la cantante drag queen Brandy Butler en Zúrich. Equipados con pasamontañas, exhibieron una pancarta con un lema hostil a las personas queer. También bloquearon el paso frente al local, encendieron antorchas y corearon consignas. La policía tuvo que intervenir. Cuatro meses antes, durante el Orgullo, también interrumpieron un servicio religioso organizado para la ocasión. Irrumpieron en la iglesia, pero los asistentes extraños los ahuyentaron.
La Fiscalía de Zúrich indica que durante las dos acciones que se le imputan al pequeño grupo se registraron varios delitos: “Estos incluyen, entre otros, discriminación racial, ataque a la libertad de creencia y de culto, violación de la paz pública, violación de la Ley de Explosivos, coacciones, daños a la propiedad, allanamiento de morada, así como escuchar y grabar conversaciones ajenas”. Los acusados fueron condenados a penas que van desde 100 a 180 días multa.
Pero el pequeño grupo anunció recientemente que no se les pagará nada. Según su portavoz, Tobias Lingg, las acusaciones del fiscal tienen motivaciones políticas: “La mayoría de las acusaciones son infundadas. Intentan dar ejemplo a nuestros activistas y restringir aún más la libertad de expresión, pero obviamente no lo aceptamos. Nuestras acciones siempre se han desarrollado de manera pacífica y no violenta. Las sentencias son inaceptables”. Continuará.
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