Mientras que una media del 70% de los empleados encuestados dijeron estar entusiasmados con la idea de integrar la IA generativa en el trabajo, esta cifra cayó al 58% en Francia. Y el 31% de los franceses incluso dice estar preocupado por este uso en su vida profesional, lo que lo convierte en el país más pesimista al respecto, por delante de Corea del Sur. Desde la perspectiva de los empleados, los encuestados tienen una visión más positiva de GenAI, con un 70% entusiasmado con la tecnología. El 60% cree que la IA ayudará con el aprendizaje y la formación, y el 55% espera una mayor eficiencia en el lugar de trabajo.
Los sentimientos acerca de la IA varían ampliamente entre países y abarcan un espectro de emociones que van desde el entusiasmo hasta la preocupación y el conflicto. Si bien los sentimientos hacia la IA están polarizados en todos los países, algunos son más receptivos a la tecnología que otros. De los 21 países estudiados, el entusiasmo es mayor en China (56%), Indonesia (49%) y Brasil (46%), mientras que en Francia (50%), Australia (49%) y el Reino Unido (43%). Los encuestados son los más preocupados, subraya el estudio de BCG.
“Los franceses están preocupados económicamente, no se sienten en un sistema que los apoye y, por lo tanto, temen perder el empleo”, comenta Jessica Apotheker, directora adjunta de BCG.
IA generativa en la vida personal
La preocupación es aún mayor cuando se trata del uso de la IA generativa en la vida personal: el 50% de los consumidores franceses dicen estar preocupados, cuando la media de los encuestados es del 29%. Este temor cristaliza globalmente en el nivel de la seguridad de los datos personales (33%), la incertidumbre asociada a esta tecnología y su impacto en el empleo (11%) y su efecto en el medio ambiente (10%).
“Sin embargo, Francia es uno de los países mejor posicionados para la IA con su reserva de talentos y su energía nuclear”, ya que su funcionamiento requiere mucha energía, señala Jessica Apotheker. Pero gracias a organizaciones como la CNIL, los consumidores franceses son especialmente conscientes del uso de los datos, lo que puede explicar sus reticencias y su desconfianza hacia las grandes empresas tecnológicas como Google, añade.
