En el corazón de las áridas llanuras de Marruecos, donde antes se escuchaba el suave mugido de las vacas lecheras y donde las verdes praderas se extendían hasta donde alcanzaba la vista, ahora reina un silencio ensordecedor. Desde hace seis años, el país sufre los tormentos de una sequía implacable, que transforma estas tierras fértiles en desiertos despiadados y obliga a los agricultores a abandonar sus granjas en busca de las luces inciertas de las grandes metrópolis.
La producción láctea, un sector vital de la economía nacional, se encuentra ahora bajo el yugo de esta catástrofe climática. Las vacas, que alguna vez prosperaron, se han vuelto raras. La drástica caída de las precipitaciones ha provocado una importante disminución del forraje, reduciendo la producción de leche a niveles históricamente bajos.
Ante este colapso, el gobierno, en un intento de satisfacer la demanda nacional, optó por la importación masiva de leche en polvo para cubrir el déficit lácteo. Con la suspensión de los derechos de aduana, el Estado esperaba compensar la falta de leche fresca y llenar los lineales de los supermercados. Sin embargo, esta medida, lejos de apoyar a los productores locales, los ha sumido en una situación aún más precaria.
La decisión del gobierno, aunque intencionada, allanó el camino para que la leche en polvo dominara el mercado. La leche en polvo, que cuesta alrededor de 2,20 dírhams el litro, se ha convertido para los fabricantes en una alternativa económica convincente, frente a la leche natural, que cuesta casi 4,30 dírhams el litro. Esta diferencia de casi el 100% inevitablemente animó a los productores a recurrir a productos importados, devastando así la cadena productiva local.
Los agricultores, incapaces de competir con estos precios, se ven obligados a sacrificar su ganado. Incapaces de cubrir los costos de producción, muchos agricultores venden sus vacas para obtener carne, considerada más viable económicamente en el deprimente contexto actual. Así, la insuficiencia de leche natural ha llevado a algunos a extremos, como el trágico vertido de este preciado líquido en los campos o su producción como alimento para animales.
Angustia en las zonas rurales
Obligados por las circunstancias a abandonar una forma de vida heredada durante generaciones, los agricultores acuden en masa a las grandes ciudades con la esperanza de encontrar empleo. Esto crea una presión adicional sobre estos centros urbanos ya saturados, lo que dificulta la absorción del desempleo y alimenta una crisis social cada vez más evidente.
Las voces de los agricultores, aunque a menudo ignoradas, ahora resuenan dentro de los muros del Parlamento. El equipo de Progreso y Socialismo de la Cámara de Representantes expresó su preocupación enviando una pregunta escrita al Ministro de Agricultura, Ahmed Sadiki. Piden medidas concretas para aliviar los efectos nocivos de la importación de leche en polvo en el sector lácteo local y minimizar las colosales pérdidas económicas sufridas por los productores de leche natural.
Sin embargo, un rayo de esperanza podría atravesar este oscuro horizonte. Las iniciativas para reintroducir prácticas agrícolas sostenibles y resilientes podrían representar una solución a largo plazo. Se están estudiando programas de capacitación para agricultores, centrados en la gestión del agua y la adopción de técnicas agrícolas modernas adaptadas al clima árido.
