julián c.
El año 2024 me ha vuelto a permitir diversificar mis lecturas, desde libros de cocina hasta novelas de suspenso, pasando por ciencia ficción, ensayo y literatura blanca. Entre los cien libros leídos, si sólo hubiera que conservar uno, Bienestar de Nathan Hill (Gallimard) ganaría sin debate. Leída en pleno verano, cuando las Olimpiadas estaban en pleno apogeo y tu criado sólo pensaba en la temporada literaria, la gran novela del escritor americano me fascinó. Contiene ante todo lo mejor. comienza del año, y aborda una variedad de temas (la pareja, la modernidad, la familia, etc.) tan complejos que este libro se convertirá en un clásico dentro de unos años. Tuve un gran placer contarle a Nathan Hill todo lo bueno que pensé de su libro en el Festival América de Vincennes.
La complejidad siempre, la gran novela de Frédéric Paulin, Ningún enemigo como un hermanosobre la guerra civil libanesa, me arrastró. El segundo volumen llegará a finales de febrero de 2025 y, por supuesto, lo informaré en estas columnas.
La pequeña alegría del año también recibe una amable palabra de la dramaturga Marion Stenton, por su obra creada y leída este verano: Como después de una bomba.
Tampoco vamos a reescribir la historia: 2024 no sólo ha traído grandes textos. Pienso en particular en la misma luz la vida mejor de Etienne Kern, al libro innecesariamente complicado de Jérôme Ferrari o incluso al La hora azul por Peter Stamm que carece de problemas. No es apropiado criticar estúpidamente a autores que normalmente nos gustan, sino más bien esperar que los encontremos en mejor forma para sus próximos libros.
Y por último, una novedad por mi parte: la revisión de cómics y novelas gráficas. En un mundo en el que aún me queda mucho por descubrir, aprecié especialmente la sensibilidad Asfalto azul de Sylvain Bordesoules y el inmensamente lindo Finales felices Lucie Bryon.
Juan María
El libro más conmovedor:gran señor Por Nina Bouraoui. Una escritora, junto al lecho de su padre moribundo. Me impresionó la grandeza, la belleza de la relación entre una hija y su padre. Muy conmovedor. Y me sedujo la elegancia y la nobleza de la escritura de Nina Bouraoui.
El libro más divertido de leer: La luz parpadeante Por Nino Haratischvili. Leí con deleite las setecientas páginas de esta novela sobre Tbilisi en los años noventa. No olvidaré a estos cuatro amigos. Son entrañables, cautivadores. Este libro fue un compañero perfecto para mis vacaciones de verano.
El libro más esclarecedor: Un significado de vida Por Pascal Chabot. A partir de esta pregunta por el sentido de nuestra vida desarrolla una construcción totalmente original de lo psíquico humano. Me gustó mucho su sentido del equilibrio y la apertura. Este libro me pareció totalmente innovador, apasionante, muy estimulante intelectualmente.
laura
Leer, leer… Junto al fuego o tirado en la hierba, quemado por la arena o aturdido por el metro, pues este año, para mi gran consternación, leo poco. Poco pero llamativo, poco pero fuera de tiempo. No es intencionado, lo confieso, pero este año leí el amante ! Obra maestra durassiana, libro inquietante. Tiene 40 años, pero no ha perdido nada de su esplendor literario, sin embargo contrasta con los tiempos, con otras costumbres…
yael
El libro que no pude dejar en todo el verano es el ensayo de Amir Tibon Les Portes de Gaza (Christian Bourgois). O el relato de un treintañero superviviente con sus nietas y su esposa del pogromo del 7 de octubre desde el kibutz más cercano a la Franja de Gaza. Pero también una investigación a través de la historia de este Kibbutz idealista del fracaso de la convivencia entre israelíes y palestinos. Me alegré de encontrar a Gaël Faye con jacarandá (Seuil) y entre las novelas del año 2024, es el estilo de Cécile Coulon el que más me llamó la atención en El lenguaje de las cosas ocultas (El iconoclasta).
Nicolás V.
Aparte de las obras consultadas en bibliotecas y en línea, fuera de los libros Cinedanza y catálogos de exposiciones como la de este verano en Estocolmo sobre los Ballets Suecos, obtuve y, en su caso, compré, la obra de Marion Carrot, Bailando en películas mudas (Presses Universitaires de Rennes), el del matrimonio Séverine Danflous/Pierre-Julien Marest, Busby Berkeley, el hombre que miraba mareado (ed. Marest) y el de Jean-Max Méjean, Ópera en pantalla (Gremese).
Silvia
Entrevistas con Édouard Glissant de Hans Ulrich Obrist (coedición LUMA/Seuil) es un acontecimiento sensible para mí. Uno de los intereses de un libro es observar lo que retenemos de él. En este sentido, es sorprendente todo lo que todavía está enredado en mis afectos y reflexiones: la profundidad de la reflexión conversacional perforada por los archivos, el poder de la utopía que extrañamos y que, sin embargo, es concreta. Las entrevistas de Hans Ulrich Obrist con Édouard Glissant son un soplo de aire fresco. En cualquier momento podemos detener el desplazamiento de las páginas, aislar un determinado fragmento de conversación –y no otro–, seguir las líneas de puntos de una intuición, de una idea, y reconocer lo que está en juego hoy, a mayor escala. . Y, simplemente, comprender cómo los pensamientos de Édouard Glissant siguen temblando en un torbellino de encuentros. “Cuando los muros caigan…”. Es hora de (re)hallazgos.
Édouard Glissant: En un mundo impredecible, la utopía es necesaria -ARCHIVOS HANS ULRICH OBRIST, Payot, 36 CHF.
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