Un hallazgo precioso
Esta fue la oportunidad para que Pierre Castillou explicara la génesis de su trabajo a esta abarrotada asamblea. “Este libro nunca habría existido sin el trabajo de André Boutkévitch”, aclaró primero. Durante sus investigaciones en la mediateca, los Oloronais descubrieron una tesis que este geógrafo dedicó a la capital del Alto Bearn en 1951, cuando sólo tenía veinte años.
“Logré contactar con André, que vivía en la región de Grenoble. Le sorprendió mi enfoque, porque fui el primero en hablarle de su trabajo en Oloron en 70 años”, se ríe Pierre Castillou. Cruel decepción para el historiador: las fotografías que acompañaban la tesis habían desaparecido. Afortunadamente, el geógrafo había conservado sus negativos, lo que permitió a los oloroneses revelarlos con la ayuda de un profesional de Pau.
Este hermoso hallazgo animó a Pierre Castillou a crear un libro para resaltar la serie de fotografías que datan de siete décadas. “Introduje un elemento de ficción acercándome lo más posible a la realidad. La obra me dio la oportunidad de poner en escena a André Boutkévitch en las calles de Oloron y de hacerle conocer a personajes de la época, por ejemplo el famoso Toutouille, que le mostró algunas calles del barrio de Notre-Dame. Varios oloronais se harán cargo para permitir al joven descubrir la ciudad.
Cuenta la pequeña historia de Oloron
“Estas guías me dan la oportunidad de contar la pequeña historia de la ciudad. Menciono la economía de las fábricas, pero también de los mercados y ferias de Oloron: en este ámbito, me basé mucho en el trabajo de André Boutkévitch, gracias a su tesis y a los intercambios que pudimos mantener por teléfono”, explica Pedro Castillou. “Describió el funcionamiento de máquinas y fábricas hoy desaparecidas: Carçabal, Mazères, Lartigue…”
Un llamado a los coleccionistas
Mientras escribía, Pierre Castillou se dio cuenta de que le faltaban fotografías para mostrar toda la actividad de la ciudad en los años 1950. El historiador lanzó entonces un llamamiento que le permitió disponer de una bella variedad de ilustraciones, gracias a las colecciones de Jacques Bordenave, Jean. -Pierre Latrubesse, Eric Ignacel, así como las colecciones Fabre, Dachary, Roux…
La reunión organizada este sábado en el ayuntamiento debería haber sido una oportunidad para rendir homenaje a André Bouktévitch. Lamentablemente, este último falleció el 7 de julio, a la edad de 97 años. El prefacio de la obra, sin embargo, da testimonio de su orgullo al ver su obra resurgir del olvido. “Sus abuelos huyeron de Rusia durante la revolución bolchevique: se conocieron en Varsovia y se fueron a vivir a París”, recuerda Pierre Castillou. “Durante la Segunda Guerra Mundial, sus padres se trasladaron a Pau, donde André siguió parte de sus estudios antes de ir a la universidad en Burdeos: fue en ese momento cuando eligió Oloron como tema de su tesis”.
“Un regalo precioso”
Presente en el ayuntamiento, Natacha, hija de André Boutkévitch, quiso agradecer a Pierre Castillou “la oportunidad que le has dado a mi padre al interesarte por su trabajo. Es un regalo precioso, que le permitió mirar hacia el pasado con la confianza de que su obra encontrará su camino hasta el presente, a pesar de que estaba tan cerca del final de su vida”.
Al final de la reunión, el alcalde de Oloron entregó una medalla póstuma de la ciudad a André Boutkévitch.
“Oloron, años 1950” de Pierre Castilou, publicada por MonHélios, está disponible al precio de 29 euros.
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