Los fantasmas del Hotel Jerome: el poder de los libros

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Uno de nuestros editores habrá pasado mis vacaciones de Navidad con John Irving y su último libro (1000 páginas), Los fantasmas del hotel Jerome.

Su informe de lectura a continuación.

Aunque para mí está lejos de ser la mejor novela de este autor (que no he leído todas), todos sus personajes me acompañaron durante dos semanas como los de una serie y es el recuerdo que guardaré de esta. lectura.

Con Los fantasmas del hotel Jerome, John Irving nos adentra en una saga desde 1941 hasta nuestros días con una galería de personajes coloridos, una construcción que mezcla ficción e historia (guerra de Vietnam, años del sida, etc.), escenas llenas de burlesque. sexo, muertes trágicas.

Como en las otras novelas de John Irving que he leído, las figuras femeninas están muy presentes, la de la madre central mientras el padre está ausente.

John Irving subraya el poder de los libros en la trayectoria de Adam, el doble ficticio del escritor: Nana le lee Moby Dick desde los 10 a los 13 años y queda marcado para siempre.

Como su nombre indica, los fantasmas están muy presentes en esta novela: el del abuelo en el parto que ronda la habitación del ático de Adam, el de su padre biológico cuya identidad quiere saber, los de Little Ray, Molly y Elliot Barlow, a quienes le gustaría para ver después de sus muertes.

Ningún personaje no es banal bajo la pluma de John Irving, ya sean las malvadas tías Abaigal y Martha, la prima Nora y Erm que habla en pantomima desde el día en que decidió no hablar más, el mafioso señor Barlow, padre sustituto que Conviértete en “ella” más adelante en su vida, Adán y sus manitas que nunca deja de torcer…

lo que menos me gusto : la novela para mí se repite mucho, y los dos largos capítulos escritos como un guión así como la reseña de una película me hicieron perder (terminé saltándome estos pasajes).

lo que mas recuerdo
Recuerdo su inconformismo, su oda al amor, su crítica a la América puritana y todos los pasajes dedicados a las novias de Adam cuando era joven, ¡que me hicieron reír mucho!

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