Nueva edición de este Atlas de la Mujer que busca estudiar las cuestiones de la feminidad en su totalidad.
Bruno Módica
Isabelle Attané, Carole Brugeilles y Wilfried Rault. (Dir.) Atlas Mundial de la Mujer, Ediciones Autre – segunda edición 2024.
Diez años después de la primera edición, y en el contexto, muy particular en estos momentos, del proceso por violación de Mazan, esta publicación seguramente llamará la atención. Un atlas no es simplemente una colección de mapas, acompañados, en el caso de las ediciones Autres, de textos explicativos. En este caso específico, encontramos una verdadera línea editorial que parte de los cuerpos de las mujeres con la observación final sobre las desigualdades persistentes y las luchas que quedan por librar. Mientras tanto examinaremos la esfera privada y los espacios públicos en los que operan las mujeres.
Desde un punto de vista demográfico, si en las sociedades modernas el aumento de la esperanza de vida otorga a las mujeres una ventaja numérica en la distribución de la población, a nivel mundial siguen existiendo más hombres que mujeres, en particular porque las desigualdades de trato durante la infancia se aplican principalmente a el sexo femenino. Sin embargo, su esperanza de vida, una vez más en las sociedades modernas, es mucho mayor que la de los hombres.
La anticoncepción es obviamente un tema en el que los autores se han centrado, en particular en el mantenimiento de restricciones que en realidad reflejan un deseo, en diferentes sociedades, de controlar el cuerpo de las mujeres. También hubiera sido interesante tener un enfoque regional en los países musulmanes, particularmente porque la relación entre las prescripciones religiosas y las prácticas reales de las mujeres no necesariamente favorece a las primeras.
África: mutilaciones que persisten
También leeremos con gran interés lo que estamos presenciando – ¡por fin! – a una disminución de la mutilación sexual femenina, incluso si la cifra sigue siendo monstruosamente alta: más de 200 millones de mujeres se someten a escisión. Cabe señalar de paso que esta práctica no sólo persiste en los países del África subsahariana, sino que sigue siendo particularmente elevada en Egipto y Sudán. Asimismo, en Malí, especialmente en la zona donde los grupos terroristas armados que el ejército francés tuvo que combatir eran especialmente importantes, esta práctica afecta a una gran mayoría de niñas.
Una vez más, en el contexto actual se aborda la violencia sexual, como el feminicidio, y vemos que existen variaciones culturales con una alta prevalencia de estas prácticas en el subcontinente indio.
Frente a la pareja y el matrimonio
La parte dedicada al ámbito privado muestra la evolución en cuanto a la vida sexual, muy diferenciada en cuanto a la precocidad en particular. En las sociedades modernas, el uso de métodos anticonceptivos, que a veces todavía nos parecen insuficientes, permite un período prolongado de sexualidad juvenil muy diferenciada de las uniones matrimoniales. Sin embargo, en la mayoría de las sociedades, con diferentes diferencias, la unión de las mujeres se produce a una edad más temprana que la de los hombres. Lo cierto es que, en todas las latitudes, la sexualidad fuera del matrimonio se está generalizando, al igual que una evolución en una dirección más liberal en términos de formas de unión.
A pesar de esta evolución, todavía existe una brecha importante en términos de conciliar la vida laboral y familiar, lo que sigue siendo difícil. En este sentido, las políticas públicas siguen siendo esenciales, y no se trata simplemente de una cuestión de cultura, ya que incluso en los Países Bajos casi el 40% de las madres trabajan a tiempo parcial para dedicarse a criar a sus hijos.
Mujeres en el espacio público
También se debate el lugar de las mujeres en el espacio público, particularmente desde el punto de vista de la escolarización, y hoy no podemos evitar pensar en el destino de las mujeres afganas que se ven privadas de cualquier escolaridad, así como del acceso al empleo en otros lugares. Las desigualdades de ingresos siguen siendo persistentes, especialmente porque no se tiene en cuenta el tiempo de trabajo doméstico, lo que, si se tuviera en cuenta, sería un factor que reduciría las desigualdades.
Esto nos lleva a abordar la última parte sobre las batallas que quedan por librar, simplemente porque las desigualdades siguen siendo numerosas, tanto en el ámbito de los derechos políticos como en el acceso a lo que se puede considerar esencial, es decir, a los alimentos. Entre los nuevos índices que permiten evaluar situaciones, hay uno que tiene en cuenta la desigualdad de género con disparidades obviamente muy significativas entre continentes, pero también dentro de los continentes. La situación es radicalmente diferente entre Rumania, por ejemplo, y Suecia. Diferentes organismos internacionales buscan afinar el cálculo de este índice en función de los continentes.
Los apartados que abarca este Atlas tocan evidentemente lo íntimo, y si hay que tomar las indicaciones con cautela, nos permiten tener en definitiva una idea bastante precisa y muy completa de este movimiento a favor de la igualdad iniciado en el siglo pasado. que sin duda merece ser perseguido.
https://amzn.to/3A4bA8s