Desde mediados de diciembre, un derrame de petróleo a gran escala ha afectado al suroeste de Rusia y a la anexión de Crimea. Este incidente, que se produjo tras el hundimiento de dos petroleros, el Volgoneft-212 y el Volgoneft-239, en el estrecho de Kerch, suscita una creciente preocupación.
Los dos barcos, que transportaban 9.200 toneladas de fueloil, encallaron el 15 de diciembre durante una tormenta. Según las estimaciones, casi el 40% de su cargamento, es decir unas 3.700 toneladas, fue vertido en el Mar Negro.
Nuevas zonas de contaminación
El jueves, el Ministerio de Situaciones de Emergencia de Rusia informó de la detección de dos nuevos lugares afectados por la contaminación petrolera en Crimea. Las zonas afectadas se encuentran cerca de la playa de la localidad de Kerch y, más al sur, cerca del lago Tobetchiskoe. En la costa rusa, las operaciones de limpieza eliminaron casi 73.000 toneladas de arena contaminada a lo largo de decenas de kilómetros. Pero las autoridades estiman que podrían verse afectadas hasta 200.000 toneladas de suelo.
Ante la emergencia, los voluntarios participan en operaciones de limpieza, incluso en zonas turísticas como la ciudad balnearia de Anapa. La organización encargada de este trabajo difundió imágenes que muestran estos esfuerzos. Sin embargo, los científicos advirtieron en diciembre de la falta de equipos adecuados para hacer frente a una contaminación de esta magnitud.
Una situación aún crítica
El presidente ruso Vladimir Putin calificó el evento de “desastre ecológico” el mes pasado, reconociendo la magnitud del daño. Su portavoz, Dmitry Peskov, afirmó que “el alcance de los daños causados al medio ambiente es actualmente imposible de calcular”. Las consecuencias a largo plazo sobre los ecosistemas marinos y costeros siguen siendo inciertas.
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A pesar de los esfuerzos realizados, el derrame de petróleo continúa propagándose, detectándose rastros de contaminación en nuevas zonas. El impacto en los ecosistemas locales, la biodiversidad marina, así como en los suelos y las playas, es una fuente de creciente preocupación, mientras los expertos luchan por estimar los daños ambientales y económicos de este desastre sin precedentes.