“Damas y caballeros,
Queridos amigos,
Bienvenidos al 25mi Fundamentos de los libros digitales. Estoy encantado de ver a tantos de ustedes hoy.
Mis primeras palabras serán para agradecer a quienes los hicieron posible nuevamente este año, a la comisión digital del sindicato editorial nacional y a su presidenta, Virginie Clayssen, y a nuestra anfitriona, la Bibliothèque nationale de France, por su acogida en el gran auditorio, gracias a Gilles Pécou, su presidente y su equipo. Gracias también a Sofía, al CFC por su valioso apoyo y a Livres Hebdo por nuestra colaboración.
A medida que la tecnología digital se apodera de los libros y los libros se apoderan de la tecnología digital, surgen nuevas cuestiones que despiertan temores y esperanzas en igual medida. Estos no son nuevos y podríamos mirar con cierta distancia crítica algunos de los debates pasados, particularmente en torno a la inminente desaparición del libro tal como lo conocemos.
Pero el auge de la inteligencia artificial, incluso liberada de su espuma mediática, legitima más que nunca que demos vida a este espacio de debate y que también trabajemos para renovarlo. Éste es el reto que estos encuentros pretenden afrontar hoy con un programa que abrirá nuevos ángulos sin eludir los puntos duros del tema.
A la vanguardia de ellos está obviamente el marco legal europeo y global dentro del cual se lleva a cabo el desarrollo de la IA.
En vísperas de la Cumbre sobre la Inteligencia Artificial que se celebrará en Francia los días 10 y 11 de febrero de 2025 y que reunirá a Jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, esta es una oportunidad para recordar que rechazamos enérgicamente la oposición simplista entre cultura y innovación en la que algunos querrían encerrarnos, la caricatura de una cultura fósil que libraría batallas de retaguardia contra una innovación emancipadora.
Estamos decididamente a favor, como siempre lo hemos estado, de la aparición de una IA ética, en un marco que garantice a todas las partes la seguridad jurídica respetando todos los derechos fundamentales. Cuando tomas la distancia necesaria, la cosa está lejos de estar fuera de tu alcance. Recordemos en pocas palabras los principios intangibles:
- El reconocimiento como derecho fundamental y el respeto de los derechos de autor por parte de los actores de la IA, acompañados de una investigación diligente de la voluntad expresada por los titulares de los derechos;
- Transparencia efectiva sobre el contenido utilizado para entrenar modelos de IA;
- Autorizaciones debidamente negociadas con los titulares de derechos que permitan enriquecer las bases de formación de IA; una amplia gama de soluciones probadas está disponible para cualquier actor de buena fe;
- Remuneración justa por el uso de obras y contenidos protegidos por propiedad intelectual;
- Sanciones efectivas en caso de incumplimiento de estos principios.
Sin estas disposiciones necesarias, existe un gran riesgo de que la edición y todas las industrias culturales se vean seriamente debilitadas, sin mencionar un posible colapso de la cadena de creación. Todos sabemos que las cuestiones van mucho más allá de las dimensiones económicas y sectoriales.
La otra cara de la IA son, obviamente, todas las nuevas oportunidades que tenemos a nuestra disposición. Marion Carré, presidenta de Ask Mona, seguramente os explicará en unos instantes, y mucho mejor que yo, cómo la IA es una “palanca de acceso a la cultura”, cómo “transforma la experiencia de aprendizaje cultural” haciéndola “más personal”, cómo “la IA participa en la circulación del conocimiento”, lo cual sólo puede ser algo bueno y de lo que todos podemos alegrarnos.
Entre estas oportunidades, se encuentran, en particular, aquellas que pueden atender la cuestión esencial de la accesibilidad, tema debatido aquí ayer en el marco de la consulta dirigida por el Ministerio de Cultura y al que dedicaremos una nueva mesa redonda esta tarde.
El deseo de que las publicaciones sean leídas y, por tanto, legibles por el mayor número de personas posible es la raíz de la edición, y los editores no esperaron a que las limitaciones legislativas funcionaran para que la lectura traspasara las barreras de la discapacidad. Esto se demuestra en particular por la disponibilidad casi sistemática de nueva literatura en formato digital accesible de forma nativa.
Gracias al intercambio de conocimientos y a la acción colectiva, la publicación estará en condiciones de funcionar en junio de 2025 para afrontar el desafío de aplicar la Directiva. El trabajo se ha llevado a cabo incluso más allá de la dimensión cuantitativa y quisiera saludar el trabajo del grupo de Normas y Estándares del sindicato que desarrolló Qualebook, una guía de referencia que incluye 87 reglas para que cada editor pueda producir un libro digital de calidad.
Paralelamente al desarrollo de estas herramientas prácticas, continuamos nuestras conversaciones constructivas con Arcom sobre la compleja pero decisiva cuestión de las exenciones por cargas desproporcionadas y modificaciones fundamentales del trabajo y su aplicación concreta.
Esta tarde se dedicará una mesa redonda y una intervención a estos temas.
Antes de dar la palabra a Virginie Clayssen, me corresponde expresar mi agradecimiento a nuestros moderadores y ponentes y saludar el intenso trabajo preparatorio realizado en los últimos meses por Clémentine Guinebert, responsable de la misión digital del Sindicato de la Edición Nacional, que hizo todo lo posible. posible para garantizar el éxito de esta jornada, que ya está abierta. »
Foto © Frédéric Berthet