Hay un misterio en estos tres finalistas… El del encanto casi mágico que la prosa fascinante de la quebequense Audrée Wilhelmy ejerció sobre nuestros lectores. Su novela “Peau-de-sang” cautivó o inquietó, conquistó o disgustó. Quienes la aman votaron con tanto entusiasmo que es finalista. El levantado por la pasión y perseverancia de la australiana Anna Funder, quien durante mucho tiempo rodeó la vida y obra de Eileen O’Shaughnessy, “La Invisible Madame Orwell”. Mujer sombría maltratada por su brillante marido, la esposa del autor de “1984” recupera finalmente, con esta biografía íntima, el lugar que le corresponde: en el corazón de la obra de su marido, al que ella contribuyó a hacer realidad, pero también historia literaria, ella que escribió durante toda su vida. Y finalmente los múltiples misterios de la novela doble del inglés Gareth Rubin, finalista en la categoría detectivesca, cautivaron a los jurados.
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Ficción
Por su prosa y su aura feminista, este libro es sublime. La mujer: madre, puta, inocente, culpable, joven, vieja, prisionera, libre… En Kangoq, ella es el punto de equilibrio en un mundo desequilibrado por las astucias de los hombres. “Es una cuestión de hombres, pero el primero protege al segundo, el segundo cubre al tercero y el tercero apunta a Philomène. » La quieren avergonzada y orgullosa, sumisa y dominante, limpia y sucia. Cada parte de este libro debe leerse con plena conciencia, casi absorto, como la más bella poesía. Fue un puro placer y una gran sorpresa apreciar este trabajo que no habría descubierto por mi cuenta. ¡Una salida exitosa de mi zona de confort! A todas las brujas de este mundo. Maëva Vergoz
“Peau-de-sang”, de Audrée Wilhelmy (Le Tripode, 235 p.).
No ficción
Anna Funder destaca a Eileen O’Shaughnessy, la primera esposa de George Orwell. Al mismo tiempo, también habla de su propia existencia como autora y de sus dificultades para conciliar la vida como mujer, la vida como madre y la vida profesional. George “roba” el tiempo de Eileen para escribir. Él debe trabajar por sus obras, ella debe trabajar por él Y por sus obras. Me temo que George Orwell no era más que un individuo egoísta y despreciable. Eileen era inteligente, trabajadora, amigable… ¡y sin ella, él nunca se habría convertido en escritor! Si a usted también le resulta difícil disociar al autor de su obra, no lea este libro. Después de leer “La invisible señora Orwell”, ya no estoy seguro de querer leer otros libros del señor Orwell. Stephanie Morett
“La invisible Madame Orwell”, de Anna Funder, traducida del inglés por Carine Chichereau (Éditions Héloïse d’Ormesson, 448 p.).
Policía
Imagínense un libro cara a cara, que ofrezca no una, sino dos historias, eso es lo que logra “El enigma de Turnglass”. Por un lado, en 1881, Simeon Lee, un joven médico londinense, acude a Ray’s Island para salvar a su tío Oliver, que está convencido de que ha sido envenenado. En Turnglass House, descubre a Florence, la cuñada de Oliver, encerrada en una jaula de cristal. ¿Qué secreto pesa sobre esta mujer declarada loca? Del otro lado, en California, en 1939, Ken Kourian, un joven y ambicioso actor, se embarca en una investigación sobre la muerte de su amigo escritor Oliver Tooke. La historia se entrelaza hábilmente con el diario de Oliver, plagado de pistas, cuyas páginas revelan una nueva pieza del rompecabezas. Gareth Rubin consigue mantener el suspense en ambas historias. Salima Benichou
“El enigma de Turnglass”, de Gareth Rubin, traducido del inglés por Michael Belano (18/10, 442 p.).
Este mes, nuestros jurados leyeron en la categoría Ficción: “El club de los niños perdidos”, de Rebecca Lighieri (POL) y “Les Enfants du broad”, de Virginia Tangvald (JC Lattès). En la categoría No ficción: “Un deseo desproporcionado de amistad”, de Hélène Giannecchini (Le Seuil). En la categoría Thriller: “El juego del alma”, de Javier Castillo (Albin Michel).