“La esclavitud por ascendencia, ahora reconocida como delito en el nuevo código procesal penal de Malí, constituye un avance histórico en la lucha contra una práctica que niega la dignidad humana. Pero esta victoria no debe enmascarar una realidad: una ley, sin una aplicación rigurosa, sigue siendo un sinsentido El ejemplo de Mauritania, donde la esclavitud persiste a pesar de una prohibición legal que existe desde hace décadas, nos advierte contra la inacción.
En Mauritania, la esclavitud fue abolida oficialmente en 1981, siendo el último país del mundo en dar este paso. Sin embargo, no fue hasta 2007 que se adoptó una ley que penaliza explícitamente esta práctica y prevé sanciones para los autores de actos similares a la esclavitud. En 2015, esta legislación se reforzó: la esclavitud fue reclasificada como “crimen contra la humanidad” y se aumentaron las penas para los responsables. A pesar de estos avances, la aplicación sigue siendo débil. Las víctimas continúan denunciando obstáculos al acceso a la justicia, presiones sociales y, en ocasiones, incluso la complicidad de ciertos funcionarios locales.
Adoptar una ley significa sentar las bases. Hacer desaparecer este flagelo es otro desafío. La justicia maliense debe estar a la altura de esta misión. Los magistrados, primera línea de defensa contra la impunidad, deben estar capacitados para tratar estos delitos con toda la seriedad que merecen. Los autores de actos de esclavitud deben ser procesados y castigados severamente, sin excepción.
Pero la represión por sí sola no será suficiente. Las víctimas deben ser protegidas, apoyadas y rehabilitadas. Sin apoyo, corren el riesgo de volver a caer en situaciones de dependencia. Al mismo tiempo, es necesario realizar una inmensa labor de sensibilización para romper las cadenas invisibles de las mentalidades, a menudo todavía prisioneras de tradiciones opresivas.
La esclavitud por ascendencia no es sólo un delito; es una vergüenza para cualquier sociedad que lo tolere. Malí debe aprender lecciones de la experiencia mauritana para evitar que esta nueva ley se quede en letra muerta. Este texto debe convertirse en una verdadera herramienta de justicia y esperanza para las víctimas. La historia no nos juzgará por las leyes que adoptemos, sino por las acciones que tomemos para defenderlas. Es hora de actuar y de actuar con decisión.
¡Estemos atentos!
Boubacar Demba N’Djim
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