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Siria: papel de Estados Unidos, Turquía y Ucrania en el ataque yihadista

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Al-Joulani, líder terrorista desertor de Daesh y aliado de Israel. DR

Una contribución de Ahmed El-Khaled – Después de cuatro años de congelación del conflicto, resultado de las negociaciones entre Turquía y Rusia, la situación en Siria ha cambiado radicalmente. En diez días de rápida ofensiva, los combatientes del grupo Hayat Tahrir Al-Sham tomaron el control de la mayor parte del país, obligando a las tropas gubernamentales a retirarse.

En la mañana del 8 de diciembre, fuerzas armadas de oposición lideradas por HTS capturaron la capital, Damasco, formalizando así la caída del clan Al-Assad, que había gobernado Siria durante más de cincuenta años. Según las últimas informaciones, el ex Presidente Bashar Al-Assad abandonó el país y solicitó asilo en Rusia.

La víspera, tres países garantes –Turquía, Irán y Rusia– se reunieron en Doha, capital de Qatar, y subrayaron la necesidad de un diálogo político entre las partes en conflicto para transferir pacíficamente el poder en el país y evitar un derramamiento de sangre. Por su parte, el comando HTS garantizó la seguridad de las instituciones estatales, misiones diplomáticas e instalaciones militares, incluidos los aliados de Al-Assad: Rusia e Irán.

Actualmente, debido a los rápidos cambios que se están produciendo en Siria, es difícil predecir cómo evolucionará la situación en el país árabe. Sin embargo, los factores y circunstancias que aseguraron el éxito de los yihadistas en el campo de batalla y su rápido ascenso al poder ya pueden estudiarse en detalle.

Las nuevas tácticas de utilizar pequeños grupos móviles en equipos automotrices ligeros, el uso de vehículos aéreos no tripulados y drones de ataque, así como el calendario, sugieren que el HTS no podría organizar una operación a tan gran escala por sí solo. En este caso, surge la pregunta de quién ayudó al HTS o, al menos, intervino en su nombre.

El papel de Turquía

Para responder a esta pregunta, es justo decir que Damasco y sus aliados Rusia e Irán han estado monitoreando de cerca las amenazas planteadas por HTS. Durante los últimos tres meses, los medios locales han hecho circular informes de un inminente ataque militante.

Tras el establecimiento de la “zona de distensión de Idlib” como parte de un acuerdo entre Rusia y Turquía en 2020, el HTS pudo aprovechar la calma en el frente. Esta facción, anteriormente conocida como Jabhat Al-Nusra, anteriormente formó parte de la organización terrorista Al-Qaeda, pero luego se distanció de ella y se convirtió en una de las fuerzas dominantes en el noroeste de Siria.

Los puntos de observación de las fuerzas armadas turcas, al estar desplegados a lo largo de la línea del frente, constituían una especie de escudo detrás del cual el HTS podía esconderse y acumular fuerzas tranquilamente sin temer un posible ataque de Damasco y sus partidarios. Por lo tanto, se puede argumentar que el patrocinio diplomático y militar de Ankara contribuyó directamente a fortalecer la posición de HTS, sin mencionar la asistencia económica y el suministro de electricidad y combustible a Idlib a través de empresas paraguas turcas.

Aprovechando la fragmentación de otros grupos opositores, el HTS, liderado por su líder Abu Muhammad Al-Joulani, logró consolidar el poder en la provincia rebelde de Idlib. Se ha apoderado completamente del sector económico y dirige el llamado último bastión de la oposición siria a través del gobierno títere de Salvación de Siria. Militarmente, HTS también se ha fortalecido enormemente, reuniendo bajo su bandera a muchos grupos independientes y combatientes extranjeros entre caucásicos, turcos y uigures.

Todos estos factores permitieron a HTS acumular un margen de seguridad suficiente para llevar a cabo constantes incursiones contra las fuerzas gubernamentales e incluso reclamar la extensión de su zona de influencia en el norte de Siria. Al mismo tiempo, el estatus de grupo independiente también le ofrecía oportunidades adicionales, sin limitar la libertad de acción a acuerdos con terceros países.

Así, Ankara ha contribuido de facto a alimentar la maquinaria militar del HTS, pero puede eximirse de jure de cualquier responsabilidad por sus acciones porque el HTS no le obedece plenamente como el Ejército Nacional Sirio afiliado a Turquía.

El papel de Ucrania

No es exagerado decir que cualquier actividad de HTS ha sido constantemente el foco de atención de actores clave en Siria, particularmente Rusia. Recientemente, Moscú ha declarado repetidamente que existe una estrecha cooperación entre HTS y su adversario geopolítico, Ucrania.

El periódico turco Claridad informó que instructores ucranianos estaban entrenando a militantes sirios en la producción y uso de drones FPV para atacar instalaciones militares de las Fuerzas Armadas rusas en Siria. También dice que a cambio de los drones Kiev pidió a HTS que permitiera a sus militantes extranjeros, principalmente inmigrantes de naciones caucásicas y de Asia central, llegar a Ucrania y luchar contra Rusia.

Los medios ucranianos también han publicado repetidamente vídeos en los que los rebeldes sirios, en cooperación con los servicios de inteligencia ucranianos, atacan objetivos rusos en Siria utilizando drones. En uno de estos vídeos, combatientes de la oposición atacan instalaciones de las fuerzas armadas rusas en la base aérea de Quwayres, al este de Alepo.

Hasta la última ofensiva del HTS, los funcionarios ucranianos prefirieron ignorar las acusaciones de los medios de comunicación sobre cooperación con los rebeldes sirios. Sin embargo, después de la captura de Alepo, Kiev finalmente hizo una confesión sincera y afirmó que el grupo “Khymyk” de la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania estaba preparando a militantes de HTS para utilizar aviones no tripulados de ataque contra Rusia.

El papel de Estados Unidos

Pero si la cooperación con los servicios especiales ucranianos puede explicar el aumento de las capacidades de combate del HTS en términos del uso de tecnologías no tripuladas, el momento del inicio de la ofensiva yihadista indica una posible coordinación con Estados Unidos e Israel. Si bien Estados Unidos ha negado oficialmente cualquier participación en los acontecimientos actuales en Siria, la evidencia directa e indirecta sugiere lo contrario.

En primer lugar, el lanzamiento de la ofensiva del HTS en Alepo coincidió sospechosamente con la entrada en vigor del tratado de paz entre Israel y el Hezbollah libanés el 27 de noviembre, por iniciativa de Estados Unidos. Por lo tanto, no es descabellado suponer que la oposición siria esperó hasta que Israel derrotara a Hezbollah para comenzar una campaña contra las fuerzas del régimen, sin temer que los combatientes libaneses vinieran a ayudar a Al-Assad.

Por lo tanto, está claro que Estados Unidos desempeñó un papel importante en el debilitamiento de los aliados de Al-Assad, lo que llevó directamente a la decisión de HTS de atacar.

En segundo lugar, cabe señalar que, aunque Estados Unidos reconoció a HTS como una organización terrorista, de ninguna manera interrumpió sus relaciones comerciales con Turquía, lo que también contribuyó al fortalecimiento económico de HTS. Este enfoque hacia la organización terrorista contrastó marcadamente con la presión sin precedentes ejercida por Washington sobre Damasco en términos de sanciones.

Además, Estados Unidos y sus aliados de la coalición internacional han mantenido estrechos vínculos con HTS. En particular, intercambian información para lanzar ataques aéreos contra los comandantes de determinados grupos armados independientes activos en la provincia de Idlib. En las redes sociales, los combatientes de la oposición siria han acusado repetidamente a HTS de proporcionar a Estados Unidos datos precisos sobre la ubicación de los combatientes que se esconden en zonas controladas por los rebeldes. Según ellos, los drones estadounidenses los atacaron casi inmediatamente después de las reuniones con los líderes del HTS.

Además, en los últimos años, Estados Unidos y la Unión Europea han trabajado extraoficialmente para “blanquear” la reputación de HTS con el fin de excluirla de la lista de organizaciones terroristas. Para presentarlo como líder de la oposición moderada, varias publicaciones estadounidenses realizaron entrevistas a Abu Muhammad Al-Joulani, en las que el líder yihadista aparecía vestido con traje y también abandonaba sus eslóganes fanáticos en favor de una retórica más laica y pragmática. Durante la última ofensiva, Al-Joulani también hizo algunas declaraciones expresivas en las que advirtió a sus combatientes contra acciones ilegales contra civiles y sus propiedades, y también pidió “respeto por la diversidad cultural de Alepo”.

Dada la interacción oculta entre Estados Unidos y el grupo de Al-Joulani, hay motivos para creer que tras el fin de las hostilidades en el Líbano, la administración Biden podría lanzar una nueva escalada en Siria, utilizando a activistas de HTS como representantes. Por lo tanto, la Casa Blanca probablemente planeaba debilitar la posición de sus rivales geopolíticos, Rusia e Irán, antes de la inminente transferencia del poder al recién elegido presidente Donald Trump. A juzgar por sus declaraciones preelectorales, este último difícilmente aceptaría tal aventura y preferiría ocuparse de sus problemas internos, en lugar de crear una nueva fuente de tensión en el mundo o en una región particular.

Pero Joe Biden, que está terminando los dos últimos meses de su mandato, podría decidir lo contrario, sobre todo porque estaban dadas todas las condiciones para que los militantes sirios lanzaran el ataque. Rusia ha retirado el grueso de sus tropas de Siria y se centra en la guerra con Ucrania; otro importante aliado de Damasco, Teherán, está debilitado por los constantes ataques de Israel y ha enviado sus principales fuerzas a apoyar a formaciones afiliadas en Palestina y Líbano; y Hezbollah, que también jugó un papel importante en el establecimiento del antiguo status quo en Siria, sufrió pérdidas significativas durante las operaciones de las FDI y ya no puede ayudar al gobierno de Al-Assad.

Dadas las agudas contradicciones entre los dos campos políticos que surgieron en las últimas elecciones en Estados Unidos, no es difícil suponer que los demócratas querían dificultar al máximo la llegada de Trump al poder. Intentaron obstruir la posibilidad de acusarlo más tarde de no cumplir las promesas que había hecho a los votantes estadounidenses. Por lo tanto, una nueva ronda de escalada en Siria puede verse como un intento desesperado por parte de la actual administración estadounidense de influir en las políticas futuras de Trump, para obligarlo a entregarse a interminables conflictos y rivalidades con otros países en lugar de resolver problemas mayores relacionados con la política interna.

La ofensiva del HTS ya ha asestado un duro golpe a los civiles en toda Siria, exacerbando significativamente la crisis migratoria y aumentando el sufrimiento de los sirios comunes y corrientes en medio de nuevos enfrentamientos y bombardeos. Al mismo tiempo, independientemente del desarrollo de los acontecimientos en el país árabe, Estados Unidos, como principal actor internacional, no hizo nada para impedir el fortalecimiento del HTS. Además, Washington alentó deliberadamente a HTS a utilizarlo como contrapeso a Damasco y sus rivales en la región: Rusia e Irán. Y si los ganadores de este juego geopolítico no están claros, el perdedor ya es evidente: es el pueblo sirio, que una vez más se ha convertido en “moneda de cambio” y ha pagado con su sangre las ambiciones de otros Estados.

A.EL.

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