Los proyectos hidroeléctricos se han multiplicado en los últimos diez años en el “corazón azul de Europa”, afectando a ríos que todavía tienen libre circulación, sin represas ni canalizaciones. Las ONG han logrado detener proyectos. La región también se enfrenta al desarrollo del turismo de masas.
Los últimos ríos salvajes del continente “son un foco de biodiversidad, pero están siendo atacados”, subraya el viernes en Todo un mundo Andrijana Micanovic, codirectora de la Sociedad de Ecologistas Montenegrinos e instigadora de una reciente cumbre sobre los ríos de los Balcanes en Podgorica.
Las ONG han identificado más de 3.400 proyectos hidroeléctricos en los últimos diez años en los Balcanes. En Montenegro, ONG, residentes locales, científicos, pero también abogados y artistas describen construcciones de hormigón que alteran el ciclo del agua, destruyen los ecosistemas y ya no responden a los desafíos relacionados con el cambio climático, con sequías e inundaciones cada vez más frecuentes.
En la península balcánica, el 80% de los ríos siguen siendo relativamente naturales, frente al 20% en toda Europa. De hecho, Europa es el continente con más represas del mundo (más de un millón), que fragmentan los ríos afectados.
“Tipos de inversión algo dudosos”
Pero estas aguas salvajes también atraen a inversores. En una región plagada de corrupción, las centrales eléctricas no siempre se construyen para satisfacer las necesidades reales de electricidad. “Las centrales hidroeléctricas no satisfacen nuestras necesidades y ya no son necesarias”, afirma Andrijana Micanovic, abogando por la diversificación de la producción de energía.
En los Balcanes, algunas presas pueden satisfacer las necesidades de energía hidráulica, reconoce Paule Gros, que apoyó la campaña “Salvar el corazón azul de Europa” con la Fundación Mava. Pero subraya que se trata sobre todo de una “oportunidad económica de obtener beneficios financieros en el desarrollo, explotación o construcción de la presa” y denuncia “tipos de inversión un tanto dudosos”.
Sin embargo, en diez años de lucha, el movimiento por los ríos de los Balcanes ha logrado victorias: cientos de proyectos de represas han sido detenidos, los gobiernos han tenido que cambiar sus leyes y las principales instituciones financieras han reducido su apoyo a la energía hidroeléctrica. Pero al mismo tiempo, cientos de ríos pasaron por las tuberías de la central eléctrica.
El desafío del turismo de masas
Desde Montenegro hasta Grecia, el turismo está en auge en los Balcanes. Sobre todo, los tomadores de decisiones políticas perciben los espacios naturales como fuentes potenciales de ingresos. En la era de los influencers y de las reservas online, los sitios más frágiles son cada vez más populares.
“Como las autoridades no gestionan bien estos lugares, los turistas llegan en masa”, ilustra Andrej Sovinc, que trabajó durante más de diez años para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Describe la infraestructura turística que se está desarrollando alrededor de estos sitios “sin el control adecuado”. Todo esto “puede causar grandes problemas a los ríos”.
Símbolo de estas contradicciones: el gobierno albanés está construyendo un aeropuerto internacional en el delta del Vjosa, una zona protegida y un río que, sin embargo, había aceptado proteger como “primer parque nacional del río salvaje” en Europa.
Asunto de radio: Louis Seiller
Web de adaptación: Julie Liardet
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