Ártico: ¿Puede Ginebra derretir la diplomacia congelada?

Percibido durante mucho tiempo como una vasta extensión helada, el Ártico se encuentra hoy en el centro de importantes cuestiones geopolíticas. Esta “última frontera” en las relaciones internacionales es un área de inmenso y sin explotar potencial, que está experimentando una agitación sin precedentes debido al calentamiento global y al cambio del equilibrio de poder global, como el aumento de las tensiones entre Rusia y ESTADOS UNIDOS.

El Ártico se está calentando casi cuatro veces más rápido que el promedio mundial, lo que lleva a un deshielo significativo del permafrost. Este fenómeno libera cantidades masivas de gases de efecto invernadero, acentuando el calentamiento global. La inmensidad del problema es innegable: el permafrost cubre el 60% de Rusia, el 50% de Canadá y el 80% de Alaska y contiene alrededor de 1,5 billones de toneladas de carbono orgánico.

Sin embargo, el calentamiento global está haciendo que el Ártico sea cada vez más “accesible” con la aparición de nuevas rutas marítimas. Considerada durante mucho tiempo una región de interés limitado, ha ganado importancia ambiental, económica, geopolítica y militar. Esto se debe a su ubicación geopolítica estratégica, su accesibilidad y la abundancia de sus recursos naturales. En 2018, China incluso se proclamó “estado casi ártico” cuando publicó su primer libro blanco sobre la región.

Por tanto, el Ártico es una región de oportunidades, pero enfrenta muchos desafíos. La reciente adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN ha complicado aún más la situación, reduciendo el número de estados neutrales en la región. El Consejo Ártico, principal foro de cooperación entre países de la región, ha visto sus actividades significativamente ralentizadas desde 2022, cuando se interrumpió la cooperación con Rusia. De hecho, después de una larga pausa, este consejo sólo reanudó su trabajo a nivel de grupo de trabajo y de forma virtual.

Por tanto, aquí es donde entra en juego Ginebra: es un lugar privilegiado para los debates sobre el futuro del Ártico. Desde 2022, ha acogido las “Conversaciones del Alto Norte”, reuniones informales que reúnen a expertos y tomadores de decisiones de todos los estados árticos en torno a tres temas de gran importancia regional: gobernanza, seguridad y colaboración científica.

El papel de Ginebra recuerda el espíritu del “discurso de Murmansk” pronunciado por Mikhail Gorbachev en 1987, en el que pedía hacer del Ártico una “zona de paz”. Esto significaba, en esencia, que el Ártico debía verse ahora como una región por derecho propio, que salía del escenario de la Guerra Fría y entraba en una nueva fase de desarrollo. Hoy es crucial reconstruir este espíritu de cooperación frente a las urgentes cuestiones climáticas y de seguridad.

Con su papel internacional, sus instituciones especializadas y su historia diplomática, Ginebra puede hoy posicionarse como líder en la preservación de esta excepción ártica. En un momento en que parecen erigirse muros y afianzarse campos, donde se refuerzan ideas preconcebidas, es urgente mantener vivo el espíritu de Ginebra hasta el Polo Norte.

El objetivo es mantener canales de comunicación abiertos, al menos en temas urgentes, para explorar áreas de cooperación y discutir temas de potencial confrontación. Sólo así podremos navegar por las inciertas aguas del futuro ártico, evitando que esta región se convierta en otro frente congelado de una Guerra Fría moderna.

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