Al llamar a Robert F. Kennedy Junior, el jueves 14 de noviembre, para que se convirtiera en su ministro de Salud, el presidente electo Donald Trump brindó una nueva ilustración de su deseo de sacudir el establishment. Antivax, sin conocimientos científicos, “RFK Jr”, sobrino del presidente John F. Kennedy, asesinado en 1963, anunció su intención de “Limpiar la corrupción” que él cree que existe en las agencias federales de salud y control de alimentos.
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Donald Trump ha precisado que la misión principal de este exabogado especializado en medio ambiente será atacar a los grandes monopolios farmacéuticos y agroalimentarios. “Durante demasiado tiempo, los estadounidenses han sido aplastados por el complejo de agronegocios y las compañías farmacéuticas que se han involucrado en engaños y desinformación sobre la salud pública”.denunció.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos, que RFK Jr. dirigirá si es confirmado por el Senado, supervisa áreas clave, como la seguridad de los medicamentos, las vacunas y los alimentos, la investigación médica y los programas de Medicare y Medicaid, cruciales en el campo de los seguros médicos. El presidente electo dice que Robert F. Kennedy deberá garantizar que los estadounidenses estén protegidos “productos químicos inseguros, contaminantes, pesticidas, productos farmacéuticos y aditivos alimentarios que han contribuido a la enorme crisis de salud en este país”.
Comprometidos con la lucha medioambiental
Robert Francis Kennedy Junior, de 70 años, siempre ha sido una figura especial en la vida política y social de Estados Unidos. Privado a los 14 años de su padre, Robert Kennedy, candidato a la Casa Blanca asesinado en 1968, estudió en Harvard, donde dejó el recuerdo de un pequeño traficante –y gran consumidor– de drogas. En 1984 fue arrestado por posesión de heroína. Recuperó el rumbo gracias a su compromiso con el movimiento ecologista. Como parte de su trabajo voluntario para la organización ambientalista Riverkeeper, demandó a los contaminadores del río Hudson en Nueva York. Durante veinte años, fue elogiado por el movimiento estadounidense de defensa del medio ambiente, en particular por haber liderado la lucha contra Monsanto y su herbicida Roundup.
Al luchar contra las multinacionales, se ha distinguido por posiciones cada vez más alejadas del sentido común. Su reputación se vio empañada por su creencia públicamente declarada de que la vacunación podría causar autismo en los niños, una afirmación para la cual la comunidad médica nunca ha encontrado ninguna base científica.
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