Primero, les prohibieron la entrada a las aulas. El 18 de septiembre de 2021, apenas un mes después de tomar Kabul, los talibanes cerraron las escuelas secundarias a las niñas: nada más peligroso que un cerebro que estudia. A las mujeres se les prohibió mostrar la cara, la más mínima parte de su cuerpo; les prohibieron maquillarse, claro, para coquetear. Nada es más peligroso que la fuerza de la feminidad, sus fortalezas y sus rituales. Poco a poco lo prohibieron todo. Para conducir. Para viajar. Practica deportes. Accede a los parques. Les prohibieron ir a los baños públicos. ¿Fue la idea misma de piel, de carne, de curvas en el calor condensado del hammam lo que repelió a estos hombres? ¿O la posibilidad de que las mujeres hablen entre ellas? Además, sin duda, el Ministerio del Vicio y la Virtud les prohibió hablar en absoluto. Fue más sencillo. Prohibido hacer oír el sonido de su voz en público. Y durante varios días, hablando entre nosotros.
Los talibanes aplastan a las mujeres y cavan sus tumbas. Porque las naciones que maltratan a las mujeres fracasan. Estas empresas no sólo se están privando de la mitad de todo. De la mitad de la inteligencia. La mitad del amor. La mitad de la alegría. La mitad del coraje. Pero producen muchos hombres miserables, llenos de frustraciones emocionales y sexuales, frustraciones que generan violencia y caos. Todo esto está documentado por estudios. Uno de ellos, en particular, fue destacado por el semanario The Economist hace unos meses.
Tres investigadores estadounidenses han elaborado un indicador que reúne varios elementos, como los matrimonios precoces de niñas, la poligamia, el trato desigual de las mujeres ante la ley y la brutalidad hacia ellas. Y al probar este indicador para 176 naciones, estos investigadores establecieron un vínculo estadístico muy fuerte entre el nivel de sexismo de un país y su inestabilidad política violenta. Tenéis que ver el gráfico que resume este enlace, es muy edificante.
“Donde la mujer es libre, el hombre es una persona equilibrada: un país donde las mujeres salen por la noche es un país donde me siento seguro”, resumió recientemente Kamel Daoud, que ganó este lunes el premio Goncourt por su novela Houris, que presenta a una madre hablando con su hija por nacer en la década oscura de Argelia martirizada por el islamismo. Sí. Las naciones que maltratan a las mujeres fracasan. Las sociedades que creen que están aplastando el deseo sofocando a las mujeres están creando un desastre. Esta es la razón por la que los talibanes afganos, al igual que los mulás de la República Islámica del Irán, acabarán cayendo. Mientras tanto, habremos visto todo esto, habremos visto las libertades de estas mujeres mutiladas en nombre del vicio y de la virtud. Y habremos hecho tan poco.
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