Una historia personal y un ensayo filosófico, “Ultra violeta” de Margaux Cassan analiza el bronceado como un “hecho social total” siguiendo la historia de su madre. Con este libro, el autor realiza una relectura sociológica, religiosa y mitológica de la exposición al sol, revisitando el mito de Ícaro.
Cuando aparece “una pequeña mancha violeta, ligeramente redondeada” en la parte superior de la frente de Gabrielle, la madre del autor, la muerte llama a la puerta de esta entusiasta del bronceado. En los años 80, los “Rastignac del sol” eran los amos del mundo, tenían el viento a favor, todo les iba bien. Gabrielle también quiere ser parte de esto.
A los cincuenta años, mi madre no se había librado de ello. Estaba asada, estaba lista. Fue la culminación lógica de toda una vida persiguiendo rayos.
Para volver sobre la historia de su madre y su obsesión, la autora se sumerge en su propia historia, pero también en la de la exposición al sol, de la que realiza una relectura sociológica, religiosa y mitológica. Es el mito de Ícaro y la íntima asociación con la bola de fuego, hasta la fusión y desaparición, lo que ella revisita. Tampoco deja de recordar que los baños de sol y los sanatorios eran prácticas médicas terapéuticas habituales que, en parte, tenían su origen en Suiza.
El sol bactericida, sol sinónimo de vida, fuerza y salud plena, confiere superpoderes. Antes de convertirse en un agente de envejecimiento acelerado y de graves peligros para la salud ahora reconocidos. Pero nada calma a los hijos e hijas del sol: broncearse es sufrir un cambio, incluido el cambio social, al mismo tiempo que una búsqueda de identidad.
El mito del hombre bronceado
Para comprender a su madre, Margaux Cassan explora también su genealogía. Cruza la circunvalación y va a interrogar a Jeanne, su abuela, en Val-de-Marne. Esta recomposición del linaje materno permite a la nieta captar la intensidad de la voluntad con la que su madre quería romper con su entorno original.
Salga de los suburbios, conviértase en un verdadero parisino intramuros, asista a festivales literarios donde conozca a Jean-Paul Enthoven, Jack Lang, Jacques Séguéla y otras estrellas de complexión similar a la suya, o incluso vaya a la Ciudad Roja de África del Norte, donde se encuentran estos “Rastignac du soleil”, como los llama el autor.
Este abandono total al rayo de la estrella suprema es sinónimo de una forma de omnipotencia y de libertad para liberarse de los débiles y de los débiles. Filosófica y físicamente, el superhombre es un hombre bronceado, es discípulo del moreno Nietzsche y relega al pálido Kant.
Ultravioleta ultraviolenta
La adicción está ahí. Cuando se pone el sol, la máquina de bronceado se hace cargo. Oscurecer la piel se convierte en una obsesión que desemboca en esta inofensiva frase que la madre de la autora repite a su hija cada vez que la visita: “Cariño, ¿todavía pudiste disfrutar del sol?”. ¿Podrá la autora escapar de él o se convertirá también en tanoréxica, nombre que se da a quienes desarrollan una forma de dependencia patológica del bronceado, hasta el punto de adoptar conductas de riesgo?
Golpeamos a un niño, lo insultamos, pero cuando le ponemos el sol, ¿le hacemos daño?
Por último, si Margaux Cassan elige escribir su título “Ultra violeta” en dos palabras, es para subrayar la proximidad a la ultraviolencia. Durante su primera sesión de luz ultravioleta en la máquina de bronceado, la autora, entonces adolescente, llega incluso a preguntarse si obligar a un niño a broncearse no es una forma de abuso.
Con “Ultra Violet” aprendemos tanto sobre la intimidad y la historia familiar del autor como sobre nuestras relaciones como hijos de Ícaro con la estrella que, por así decirlo, simboliza tanto nuestro principio como nuestro fin.
Céline O’Clin/ld
Margaux Cassan, “Ultra violeta”, ediciones Grasset, octubre de 2024.
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