DayFR Spanish

Carolina del Norte | “No hay una gran demanda pública de reanudación de las ejecuciones”

-

La mayoría de los estadounidenses sigue pensando que la pena de muerte es aceptable, pero su confianza en la forma en que se aplica sigue disminuyendo.


Publicado a las 01:50 horas.

Actualizado a las 6:00 a.m.

Esta falta de confianza corre el riesgo de verse exacerbada por la reciente proliferación de casos controvertidos que ponen de relieve los posibles abusos del sistema judicial, señala Robin Maher, director del Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC), un centro de investigación especializado.

“Es seguro que lo que estamos viendo en este momento exacerbará la preocupación pública”, subraya en una entrevista.

La ejecución prevista para el viernes en Carolina del Sur de Richard Moore, un hombre negro de 59 años condenado a muerte por el asesinato de un cajero de una tienda de conveniencia en 1999, plantea muchas preguntas.

Los abogados del recluso afirman que éste no tenía arma cuando se presentó y que disparó “a ciegas” durante un altercado con el cajero después de que éste sacara un arma.

Ante el Tribunal Supremo estatal intentaron argumentar, sin éxito, que ninguna de las 183 personas condenadas a muerte desde 1976 en Carolina del Sur había recibido la pena de muerte en tales circunstancias.

>

FOTO PRENSA ASOCIADA

Richard Moore, de 59 años, condenado a muerte por el asesinato del cajero de una tienda de conveniencia en 1999

Un juez disidente dijo que la sentencia era “desproporcionada” y no cumplía el requisito legal de aplicar la pena capital sólo a los “peores de los peores criminales”. Dijo que sus colegas habían ignorado la “importante” diferencia entre un “robo que salió mal” y “un asesinato planeado y premeditado”.

“Sesgo racista”

En un análisis reciente, Amnistía Internacional expresó alarma por el “sesgo racista” puesto de relieve en el caso de Richard Moore, quien fue juzgado por un jurado compuesto exclusivamente de blancos después de que la fiscalía “desestimara sumariamente” a los jurados negros.

El gobernador del estado, Henry McMaster, podría concederle el indulto, pero el escenario parece improbable ya que Carolina del Sur planea seguir adelante con media docena de ejecuciones. La mayoría han sido suspendidos durante años debido a la incapacidad de las autoridades penitenciarias de obtener las drogas necesarias para inyectarse.

Richard Moore se había resignado a ser ejecutado en 2022, pero un tribunal intervino en el último minuto después de que sus abogados argumentaran que se trataba de una forma de castigo “cruel e inusual” contrario a las disposiciones de la Constitución.

Carolina del Sur fue objeto de críticas generalizadas en septiembre tras la ejecución de Khalil Allah, un hombre de 46 años acusado de asesinar a una cajera, madre de tres hijos, durante un incidente de robo en una tienda en 1997.

El caso de la fiscalía se basó en gran medida en el testimonio de un coacusado que culpó del tiroteo mortal a Khalil Allah. El hombre aclaró en una declaración jurada presentada poco antes de la ejecución que su testimonio era falso y que había llegado a un acuerdo informal con la fiscalía sobre este tema que le permitía evitar la pena de muerte.

La Corte Suprema del estado se negó a revisar el caso y dictaminó que la confesión tardía del testigo no justificaba la suspensión del proceso.

Los convictos “metido en una caja”

Los tribunales suelen “encasillar” a los condenados a muerte, especialmente si no cuentan con los recursos necesarios para garantizar una defensa de calidad, señala Ma mí Maher.

Los procedimientos también están frecuentemente teñidos de consideraciones políticas, señala, ya que la mayoría de los participantes en el proceso son elegidos y tienen en cuenta lo que creen que es la voluntad popular.

En el caso de Carolina del Sur, “no hay una gran demanda pública de reanudación de las ejecuciones”, subraya el representante del DPIC, que ha identificado en todo el país más de 200 casos de absolución de personas condenadas a muerte en un período de 50 años.

El número de ejecuciones también ha disminuido drásticamente, desde un máximo de 98 en 1999 a 24 en 2023. Están concentradas en media docena de estados.

La posible elección de Donald Trump, que se presenta como un partidario de una línea dura y partidaria de un mayor uso de la pena de muerte, no cambiará probablemente el punto de vista de la población, opina M.a mí Maher.

El Departamento de Justicia estadounidense suscitó numerosas reacciones de indignación al ejecutar, en el último año del mandato del ex presidente republicano, la ejecución de 13 personas condenadas a muerte en un tribunal federal. La decisión puso fin a una moratoria de 20 años que fue restablecida por el presidente demócrata Joe Biden al asumir el cargo.

“Demasiados políticos utilizan la pena de muerte como una solución simplista a cuestiones de seguridad complejas”, afirmó la Sra.a mí Maher.

Related News :