El 7 de octubre se conmemora un triste aniversario, el de las armas y la sangre de los inocentes. La de los niños de Palestina, Líbano, Siria, Yemen e Israel.
Ante el odio y las ambiciones políticas de estos hombres de poder, la canción infantil enmudeció. Ya no resuena su risa, sólo los escombros permanecen entronizados.
El sonido de las bombas retumba una y otra vez.
Sin embargo, como dice la canción, si el ser humano pudiera darse cuenta de que es muy pequeño.
Este mundo bipolar donde los criminales de guerra todavía son bienvenidos en la ONU, lleno de hipocresía, me repugna.
Un mundo donde ciertos pueblos están gobernados por psicópatas encadenados, donde el caos y el asesinato están normalizados, donde los soldados se alegran y bailan sobre los cadáveres de niños pequeños.
¿Qué quedará de nosotros como humanidad?
No sé…
No todo empezó el 7 de octubre
Para aquellos que todavía creen que todo empezó con el ataque de Hamás, tómense el tiempo de consultar los hechos históricos sobre la creación del Estado de Israel.
Verás que este estado nació después de la Segunda Guerra Mundial en una tierra llamada Palestina.
Comprenderán que este regalo fue hecho a los judíos de Europa y a los supervivientes del Holocausto por el colono británico con la complicidad de Estados Unidos y otros líderes europeos, atormentados por la vergüenza de haber colaborado con Hitler.
Una injusticia que ya no tiene cabida en este 21mi siglo.
No podemos cambiar el pasado, pero podemos repararlo para el futuro.
Un Estado palestino y paz para Israel con todos los países árabes.
¡Todo debe parar ahora!
La paz no son sólo palabras, sino que pueden reconocerse a través de acciones concretas.
Joe Biden sigue pidiendo un alto el fuego y Netanyahu quiere arrastrarnos a una guerra total.
¿Cómo se puede explicar esto?
Dos hipótesis.
O Netanyahu es el hombre de confianza de Estados Unidos, un poco como esos pandilleros que alguna vez ejecutaron contratos de asesinato para los Ángeles del Infierno (no nos ensuciamos las manos, pero suministramos las armas).
O Biden ya no controla nada. Y Canadá es cómplice.
Estamos al borde de una implosión global. Ya no es el momento de buscar culpables, sino de restablecer el equilibrio.
Conmemoremos este triste aniversario con una reconciliación.
Lo sé… estoy soñando.
De nuevo, esta canción que está atrapada en mi cabeza…
“Mi amiga Rose murió esta mañana. La luna, esta noche, cuidó a mi amiga y yo, en un sueño, la vi deslumbrante y desnuda, su alma bailando más allá de las nubes… y sonriéndome.
Cree el que puede creer… Necesito esperanza, de lo contrario no soy nada”.
¿Y en qué crees?
Como semita, te extiendo mi mano.
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