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Antes de la prueba presupuestaria, Michel Barnier elogia el historial de Gabriel Attal y dice tener “confianza en sus aliados”

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“Tengo confianza en mis aliados”: cuatro días antes de la presentación del presupuesto de 2025, el primer ministro Michel Barnier reconoce que “necesitará a todos” y rinde homenaje a su predecesor Gabriel Attal, ahora jefe del primer grupo de su muy pariente mayoría. La paz de los valientes ante la madre de las batallas.

“La deuda que encontré no es sólo la de mis predecesores inmediatos” sino “el fruto de veinte años de abandono”, subraya en una entrevista con La Tribune Dimanche, donde atribuye a Gabriel Attal haber “comenzado a reducir el gasto público y hacer esfuerzos”. Un gesto de apaciguamiento tras las tensiones que han surgido en las últimas semanas entre los dos hombres, en particular por el desacuerdo sobre las subidas de impuestos previstas por el nuevo inquilino de Matignon.

“Tengo mucho respeto por Gabriel Attal. Es un funcionario electo de alta calidad que tiene futuro. Oigo claramente lo que se dice, pero no hay ninguna dificultad entre nosotros, aunque tengamos un temperamento y un estilo diferente”, asegura Michel Barnier, que no olvida que su hermano menor encabeza un contingente de 95 diputados.

Medidas impopulares

“Está al frente de un importante grupo parlamentario. Lo necesito”, admite. En términos más generales, “el gobierno necesita a todos”, añade, citando “en particular” a los tenores de centro y derecha Laurent Wauquiez, François Bayrou y Édouard Philippe.

Se espera apoyo para defender medidas impopulares, como el aplazamiento del aumento de las pensiones del 1 de enero al 1 de julio, que debería reducir el gasto “en 4.000 millones de euros”, a menos que los parlamentarios “encuentren ahorros equivalentes” en otros lugares, según el Primer Ministro.

Lo mismo ocurre con las reducciones de las aportaciones empresariales, que Michel Barnier pretende “revisar”, aprovechando para “retirar” de paso 4.000 millones de ayudas. Otras vías se perfilan en el ámbito social, como “el coste de los paros laborales” o los “efectos inesperados” del aprendizaje, sin objetivos cuantificados por el momento.

El Estado también estará llamado a contribuir y “pedimos a todos los ministros que hagan un esfuerzo”, afirma el jefe de Gobierno. Incluidas la Defensa, la Justicia o la Investigación, aunque cubiertas por leyes de programación, pero que “tendrán que aportar su parte de esfuerzos, en particular mediante una redistribución”.

Además, en materia de inmigración, el Primer Ministro desea “utilizar todos los medios” para facilitar las expulsiones, “incluida la renegociación de tratados bilaterales, para mejorar el diálogo con Marruecos, Argelia, Senegal y otros países”. Un tema que es competencia diplomática compartida con Emmanuel Macron. “Hablaré de ello con el Jefe de Estado para que podamos encontrar las mejores soluciones”, afirma Barnier.

El inquilino de Matignon anunció también que viajará a Nueva Caledonia “cuando llegue el momento”, esperando encontrar un “camino de apaciguamiento” gracias a las medidas previstas en su declaración de política general. Estas dos medidas son “el aplazamiento de las elecciones previstas y la no remisión al Congreso para que ratifique el deshielo inicialmente previsto del órgano electoral”, recordó.

“Nos tomaremos el tiempo, al menos un año, para discutirlo nuevamente y encontrar un nuevo equilibrio. Podemos reconstruir un diálogo entre todas las comunidades”, afirmó, recordando que la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, y su homólogo del Senado, Gérard Larcher, llevarían a cabo una misión de buenos oficios en el archipiélago. “Yo mismo iré a Nueva Caledonia cuando llegue el momento porque creo que es responsabilidad de un Primer Ministro”, añadió.

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