La situación en el Medio Oriente es cada vez más tensa, particularmente después de un ataque con misiles iraníes dirigido a Israel el martes 1 de octubre. Esta escalada pone de relieve la continua amenaza que plantea el desarrollo de un arma nuclear por parte de Irán.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, expresó su preocupación el 19 de julio, afirmando que la “situación no es buena” ante esta amenaza nuclear. Destacó que Irán podría, en muy poco tiempo, producir el material fisionable necesario para un arma, y añadió que Estados Unidos está decidido a evitar esta eventualidad.
Según Blinken, Irán está ahora a “una o dos semanas” de producir suficiente material fisible para una bomba nuclear, un plazo mucho más corto que antes. Esta declaración se basa en un informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) que constata un aumento de las capacidades nucleares iraníes, en particular mediante la instalación de nuevas centrifugadoras en Natanz y Fordow.
Sin embargo, las evaluaciones de la OIEA se han mantenido sin cambios desde 2021, cuando Teherán comenzó a producir uranio enriquecido al 60%, a pesar del umbral requerido del 90% para un arma. Irán ahora bloquea el acceso de la OIEA a sus sitios, lo que dificulta cualquier evaluación precisa.
Las tensiones con Irán se remontan a 2018, cuando Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump cuestionó el acuerdo nuclear de 2015. Irán había respetado hasta entonces este acuerdo que limitaba el enriquecimiento al 3,67%. Pero las relaciones se deterioraron tras el asesinato del general Soleimani, y Irán reanudó notablemente sus actividades en Fordow.
Hoy, la reanudación del diálogo parece comprometida en un contexto en el que las tensiones en Oriente Medio, exacerbadas por los atentados del 7 de octubre en Israel, siguen creciendo.
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