Elecciones presidenciales estadounidenses
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A menos de dos meses de las elecciones presidenciales estadounidenses, la candidata demócrata dominó el martes 10 de septiembre a su oponente republicano, que se mostró sin energías y todavía a la defensiva. La vicepresidenta logró transformar el debate en una denuncia de los fracasos y las polémicas de la presidencia de Trump.
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No hubo debate el martes 10 de septiembre en el plató de ABC News en Filadelfia, donde los dos principales candidatos a la elección presidencial estadounidense se encontraron en persona por primera vez, para presentar y oponer a su vez sus visiones opuestas del futuro de Estados Unidos. Kamala Harris y Donald Trump habían venido, ambos, menos a pelearse que a desentrañar argumentos afilados de antemano, consignas, profecías y ambiciones para el país ya conocidas por la mayoría de los seguidores de la campaña. Cada uno en su pasillo, seguro de su visión y su fuerza, uno repitiendo que Estados Unidos está en decadencia, y condenado a una Tercera Guerra Mundial desde que le arrebataron su custodia; el otro machacando su convicción de que la nación sólo espera “Pasar la página” para continuar su marcha hacia más progreso, más equidad, más libertad –y sobre todo, para no retroceder.
Por haber surgido tarde y casi por sorpresa en la carrera, y porque los sentimientos, opiniones y afectos cristalizados en su persona están mucho menos consolidados que los de un ex presidente.
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