En su discurso de investidura, el mal elegido presidente argelino Abdelmadjid Tebboune propuso una serie de compromisos y cifras desconectadas de la realidad económica argelina. Afirma una vez más, a pesar de las críticas, que quiere aumentar el PIB hasta los 400.000 millones de dólares. Sin embargo, la realidad es más elocuente: en 2023, el PIB argelino rondaba los 170.000 millones de dólares, lo que supone un aumento previsto de más del 135% en cinco años, un objetivo casi imposible dados los graves problemas estructurales del país, como su fuerte dependencia de los hidrocarburos, que todavía representan alrededor del 90% de las exportaciones totales en 2022.
En cuanto a las exportaciones no relacionadas con los hidrocarburos, Tebboune prevé aumentarlas hasta 15.000 millones de dólares en su segundo mandato. Sin embargo, estas exportaciones sólo alcanzaron los 5.000 millones de dólares en 2023, un aumento exponencial inalcanzable sin una diversificación masiva de la economía, lo que históricamente ha sido un gran desafío para la burocrática Argelia. Asimismo, su plan de crear 20.000 empresas innovadoras parece poco realista. Durante su primer mandato, sólo se crearon unas 8.000 entidades, en un ecosistema que todavía es embrionario en términos de innovación, financiación e infraestructura tecnológica.
En cuanto a la inversión industrial, Tebboune afirma que la industria aportaría el 12% del PIB, un objetivo ilusorio teniendo en cuenta que el sector industrial argelino se encuentra en una fase de decadencia prolongada. En 2022, su contribución fue inferior al 6% y ninguna reforma estructural importante, sea cual sea, parece justificar una duplicación de esta cifra a corto plazo.
En el sector de la vivienda, el anuncio de la construcción de dos millones de viviendas de aquí a finales de su mandato parece igualmente fantasioso, dada la apatía de las obras en curso y la corrupción endémica. Además, las dificultades relacionadas con el suministro de agua, a pesar de las promesas de cinco nuevas plantas de desalinización, siguen siendo una preocupación importante. La insuficiencia de la infraestructura hidráulica, agravada por la sequía, sigue limitando los resultados en este ámbito clave para la paz social en Argelia.
Al mismo tiempo, Abdelmadjid Tebboune defendió un aumento del 100% de los salarios y las pensiones antes del final de su mandato. Sin embargo, el aumento de la inflación, que alcanzó casi el 9% en 2022, hace que esta proyección sea difícil de sostener, ya que la situación presupuestaria sigue siendo frágil, con un gran déficit público que limita el margen de maniobra para tales aumentos salariales.
Related News :