Las agencias de la ONU están intensificando su respuesta en Vanuatu después de que un terremoto de magnitud 7,3 mató a 12 personas e hirió a más de 200 a principios de esta semana, y un segundo temblor de magnitud 6,1 tuvo lugar el domingo, exacerbando las dificultades para las comunidades afectadas.
El estado de emergencia sigue vigente en toda la isla y el toque de queda de siete días desde el atardecer hasta el amanecer en partes de Port Vila finalizará el 24 de diciembre. También quedaría bloqueada la carretera de acceso al puerto marítimo.
El segundo terremoto ha aumentado la preocupación y aún se espera más información sobre su impacto, incluida la reapertura del aeropuerto de Port Vila a los vuelos comerciales.
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Vanuatu, que tiene unos 320.000 habitantes, está situado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, donde los terremotos son frecuentes.
Hasta el sábado por la tarde (hora local), más de 80.000 personas se han visto afectadas por el terremoto del martes y casi 1.700 personas han sido desplazadas temporalmente. Once centros de evacuación albergan a más de 1.200 personas, mientras que otros se alojan con familias de acogida.
Las necesidades inmediatas incluyen el acceso a agua potable, alimentos y atención médica, ya que las comunidades enfrentan riesgos cada vez mayores de enfermedades transmitidas por el agua.
Los servicios de salud también están bajo presión, y el Hospital Central de Vanuatu necesita suministros médicos esenciales y apoyo coordinado para llenar vacíos críticos.
Con MAPA